sábado, 1 de agosto de 2020

SAN PASCUAL BAILON


Cuadro del santo encontrado en la cocina de Palmarito. Fotografia, Créditos, Delfin Rivera Salcedo.

SAN PASCUAL BAILON.

Quien fue?

Según la tradición oral en el mundo católico, San Pascual Bailón fue un campesino español muy pobre, canonizado por su amor a la eucaristía. Como él veía que la gente rezaba tanto un día se paró frente a la eucaristía y dijo como no sé leer ni escribir como los demás yo le ofrendaré a dios lo que sé; bailar. Desde entonces siempre bailó con mucho respecto frente a la custodia sin dar la espalda.

El 17 de mayo el santoral católico lo asigna como la fecha de este Santo quien tiene muchos devotos en los llanos Colombianos y en regiones de Boyacá.

En esos lugares le pagan sus milagrosos favores recibidos con celebraciones paganas, que incluyen rezos y grandes fiestas en las que se reparten bebidas y productos de las gastronomías propias de cada sitio.

Las hogareñas salas que los anfitriones disponen para el joropero festejo, son presididas por alumbrados altares con la imagen de San Pascual Bailón, junto a la vitela del milagroso monje se colocan las botellas de trago.

Las fiestas de San Pascual Bailón forman parte del Patrimonio Cultural Inmaterial de algunos vecindarios de los llanos Orientales.

EN LA LUCHA, ME HALLÉ A UN SAN PASCUAL BAILÓN

Por: Mg. DELFÍN RIVERA SALCEDO

*Derechos reservados de autor en su integridad. Prohibida su reproducción.

Por las costas del Pauto se anunció con quince días de anticipación, el festejo de San Pascual Bailón en Palmarito, fundo de mi pariente Querubín Rivera Gámez y doña Margarita Rojas. Todo se realizaría del 15 al 17 de mayo de 1977. Como participábamos todo el vecindario de la vereda La Lucha, lugar emblemático en esas sabanas por el combate librado entre los Chiricoas y Ramón Oropeza cuando aquerenció sus ganados traídos de Venezuela para fundar Matepalma, hato que inmortalizó José Eustasio, mi pariente mandó amarrar unas novillas del rincón del Orosio y a matar con winchester seis marranos cerreros del centenar que habitaban comiendo cuesco en el Paso del Madroño de la cañada de los Marranos para preparar los manjares de la fiesta.

El 15 muy temprano comenzaron a llegar los llaneros de toda la vecindad con caballos buenos y descansados para los toros coleados, las carreras y para lucirlos en el paradero. También llegaron los cantadores listos con un poyerao de coplas para el desafío de las cantas, y los músicos de cuerda con los instrumentos a la espalda. Los galleros con sus gallos acomodados en sus calzones, con el pico bien compuesto para la pelea, el pescuezo y las piernas peladas, las almohadilla peluqueadas y las espuelas bien afiladas. Cada quien desensillaba y dejaba los aperos en la caballeriza para luego soltar las bestias en el mangón del rincón de la mata del Guajibo.

Práctica religiosa del San Pascual Bailón en la vereda La Lucha, en Trinidad, Casanare, los días 15, 16 y 17 de mayo del año 1977. Fotografía, Créditos, Delfin Rivera Salcedo.

Palmarito fue vistiéndose de fiesta. El caño El Orosio y la cañada La Palmita surtían de agua y pescado el fundo. Los llaneros vestidos todos de blanco, sombreros de pelo de guama, revolver y cuchillo al cinto, cotizas o a pie descalzo. Las llaneras, unas con vestidos de encendidos colores, rosado, azul, blanco, rojo, otras con faldas floreadas y blusas blancas con exquisitos bordados, vestían con sencillez y gracia, todas encotizadas. Por eso se veían más bellas. Algunas llevaban al cuello pañoletas de seda y en el cabello muchas flores. Mi pariente Querubín vestía un blusón con un pantalón impecablemente blanco y una faja ancha de cuero labrado, luciente y bien provista de dinero para los gastos, doña Margarita dueña de casa con un hermoso vestido floriado y unas alpargatas en hilo que habían tejido en Hatocorozal.

Había bastantes cantadores y músicos comenzando por los de casa, Romelia, Jaime, Álvaro Cayetano, Evelio y Jorge Rivera Rojas, que, con guitarra, requinto y maracas amenizaban la fiesta, 2 enturnándose por jornadas de medio día con el arpa de “Chirgua” o Jorge Pérez, las maracas de Álvaro González y el cuatro de Enaldo Oros, o también con el conjunto de bandola de los Rosillos, Marceliano, Moises y Pablo. Todos éramos bailadores.

Don José Lisandro Castañeda, trapichero de la región se encargó de batir un guarapo de melao de caña que con cuatro totumadas tumbaba al mejor tomatrago. Doña Anita Pan, trajo 250 hayacas, doña Filomena Higuera se encargó del amasijo del pan de arroz aportando 300 unidades, Nayibe Tobián preparó 150 tungos de arroz, y entre Rosa Castañeda, Luís Gaviria, el mensual del fundo El Nido, el guate Álvaro, José Pan el médico yerbatero, Álvaro, Pablo y Rafael González, mataron los seis marranos, fritaron la carne y las tajadas de plátano verde; mi padre Delfín Rivera Cabrera, coordinó la matanza del ganado y la sacada de carne, eso sí, aclarándole al asador del fundo don Ely Piraban que no dejara quemar ni arrebatar, las presas ni mucho menos la osa, la raya y la garza, Rebeca Salcedo mi madre recogía la sangre de la res que se mataba cada día y hacía las rellenas, además componía el espinazo para el sancocho, don Jaime Rojas estacaba los cueros.

Fotografía, Créditos, Alcaldía municipal Aquitania, Boyaca.

Eran las 10 de la mañana y llegó doña Priscila Alarcón, toda vestida de blanco y con camándula en mano llamó a la concurrencia al acto religioso. Luego de rezar un rosario e invocar los milagros de San Pascual Bailón se dio comienzo al festejo. El baile se organizó por parejas y se programaron los descansos a las 12 del día, 6 de la tarde, 12 de la noche y seis de la mañana de cada día. El baile sólo se interrumpía a esas horas para rezar el rosario y comer. Eso sí, el licor se ingería a toda hora. Doña Priscila nos recordó la consigna del santo: “No negar el pan a nadie, con generosidad y ganas de compartir, se produce el milagro”, entonces, el dueño de casa lanzó la primera copla:

Los tungos y los topochos

no se le niegan a nadie

tampoco el boca’o e’ carne

ni el arrimarse a los bailes.

Así comenzó el aguacero de aguardiente sello negro y guarapo de don José Castañeda. Copla iba, copla venía y las parejas sudorosas no paraban de bailar, beber y chachariar. A las cuatro se repartió la carne asada, a las 8 de la noche comimos hayacas. Y así, en un solo parrando nos llegó la madrugada. A las cinco de la mañana, Yonency Oropeza se había montado en un potro cerrero y lo castigaba para que más duro brincara, y entre brinco y brinco del equino, se recostaba hacia atrás y le apretaba las taparas para que corcoviara con más fuerza.

El conjunto de casa seguía tocando guafa y pasajes. Toribio Requiniba cantaba a su compañera de baile:

Vamos a prendé candela

mi Pascualito Bailón

le pregunto a María Rosa

si le atizo su fogón.

Y María rosa respondió:

Si su toleta es de guamo

y tiene un jeme de gruesa

atíceme mi fogón para lo que no hay pereza.

El día 16 se coliaron toros orejanos bien bravos en el paradero en horas de la mañana sin dejar de tomar, ni bailar, ni echar coplas; el coleo lo ganó José Hernando Castañeda del Bururo. Se le ofrendó con cintas multicolores y una garrafa de aguardiente sello negro. Las carreras de caballo las ganó Chucho Arenas con un caballo moro negro llamado El Viento, traído del Guachiría.

Foto extractada de video grabado el 22  de mayo de 2011 en Sanare del estado Lara, Venezuela. Créditos, Orlando Enrique Paredes Cedeño.


Mientras se bailaba, a cada santo que uno recordara se le pedía versiando ayuda en la cocina, pero eso sí, el verso tenía que rimar:

“Te pido María Magdalena, que quede buena la avena”

“San Abdón y San Senén que el cachicamo ase bien”

“San Adalberto de Praga, que no me quede salada”

“San Daniel de Bangor, que el chirere dé sabor”

En la tarde mientras unos bailaban otros jugábamos gallos. Llevaron gallos de color jabao, pinto, canelo, blanco, cenizo, indio y giro. Se jugaron diez peleas y todas las ganó un gallo giro de propiedad de Arturo Cuevas. Por hacerle caso en las apuestas a mi madrina Eulalia Cavarte perdí todas las peleas.

La carne frita de marrano y las terneras asadas al estilo de la tierra, junto con las hayacas, el pan de arroz y los tungos se fueron esfumando al transcurrir el tiempo. El tercer día tuvimos que atarrayar en el Orosio; con cuatro tarrayazos sacamos más de cuatro arrobas de pescado que guisamos y con arroz seco, pegadura y topocho pintón cocinado, lo servimos en un mesón de madera sobre hojas de topocho soasadas. Las delicias culinarias se le achacaron al santo que tenía la dueña en la pared de la cocina. Y como el licor fue acabándose mandamos traer cuatro cajas de aguardiente a la finca Nueva Antioquia de Luís Rodríguez en las orillas del Pauto. Y Volvían las peticiones a los santos:

“Santa Bárbara Bendita, que la carne este bien frita”

“San Rafael pescador, dale al pescado sabor.”

“Virgencita del Carmen, que el pollo no se desarme”

“San Hilarión, no se te olvide el limón”

Las mujeres le asignaban poderes milagrosos al santo diciendo que incluso si se olvidaban de cocinar los ángeles preparaban la comida. Doña Priscila entre rosarios pronunciaba la siguiente oración:

Querido San Pascual Bailón:

consíguenos por favor

del buen Dios inmenso amor

para que guie mi cocina

y le dé rica sazón,

y con nuestras oraciones

nos tenga en estimación

por este Santo Rosario

San pascualito Bailón

Amén

Haciendo uso de su poder religioso la matrona de La Lucha ordenaba bailar en medio del rezo de las distintas coplas y como todos estábamos rascaos y con esa escases de mujeres en la sabana aprovechábamos para bailar y echar una apretadita a la pareja y una que otra copla, así:

“Santa Teresa, prepara carne salpresa”

“San Judas Tadeo, quítale el almizcle feo”

“San Adriano, que no se queme el marrano” “Virgencita del Pauto que se me ablanden los patos”.

Llegó el domingo 17, comenzamos el tercer día de bebeta, baile y comilona y en esas duramos todo el día y toda la noche. De media noche pal día, los rezos de doña Priscila se escuchaban como murmullos lejanos. Nos decía con aire ceremonioso: “para que las coplas sean más efectivas hay que bailarlas muchachos, a bailar, a bailar”:

San Pascual San Pascualito,

de pecho quiero caldito

prepáralo rapidito

mientras me tomo un traguito.

San Pascualito Bailón,

cocina con cilantrón

así me das tu sazón,

mientras yo bailo un montón.

Entre copla y copla, entre rezo y rezo, bailábamos y seguíamos pidiendo a varios santos que vinieran en nuestra ayuda:

“Santa Isabel que no se acabe la miel”

“San Eleuterio, que la comía sea remedio”

“San Juan, que no se me queme el pan”

“San Dionisio, que el guarapo no sea vicio”

Las mujeres en edad de merecer podían pedirle al santo un marido porque según la creencia, el corazón del hombre se conquista mediante el estómago y en eso de comidas el santo tiene fama de ser cumplidor.

Lourdes una señorita de 33 años que venía de los lados del Yatea, le cantó a San pascual:

Mi San Pascual bendecido

regálame un gran amor

que tengo el fogón prendido

y me quema su calor.

Y doña Petra una guariqueña llegada en la época del cincuenta del pasado siglo, con 58 años de edad, solterona, cocinera de Matarrala uno de los hatos de Horacio Pan, cantaba así:

Mi cajeta está solita

y necesita un tabaco

San Pascualito bailón

consígame un hombre flaco.

Los músicos agotados bajaron el ritmo a las cinco de la mañana. Una tendalada de chinchorros era lo que se veía en la caballeriza y en los corredores de la casa. Y José Hernando Castañeda el contrapuntiador del Bururo, en medio de su borrachera cantaba casi que balbuceando las siguientes coplas:

El hombre que es bebedor

y su profesión es esa,

pierde el honor y la fama

el pudor y la vergüenza.

Se vomita en todas partes

y se mea en los calzones,

y si alguno lo reprende

le responde a pescozones.

Si es un peón jornalero

queda mal con su patrón,

le hace comprar bastimento

y se tira en un colchón.

Se aparece cuando quiere

desganado a su trabajo,

y el patrón con mucha rabia

lo mira de arriba abajo.

Con el cansancio de tres días de parrando, tomé la decisión de amarrar mi rucio cano, aperarlo e irme para mi rancho. Pasé por la cañada de los marranos, la cañada de la Palmita, el sitio de Rosa Blanca, crucé el caño El Boruro, el agua me dio a borde ´e coraza y me interné en los potreros del fundo El Nido de propiedad de mi padre. Desde entonces no he vuelto a bailar, a beber, a comer y a jembriar tan bueno en un San Pascual Bailón.

Fundación El Nido, Trinidad, Mayo 20 de 1977.

Fotografías, Créditos, Delfin Rivera Salcedo, Orlando Enrique Paredes Cedeño, Alcaldía municipal Aquitania, Boyaca.

 


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