Personajes que hicieron historia en Casanare.
NICOLAS REYES MANOTAS. “El Hombre que alegraba el aire”.
Por: Hector Moreno Reyes.
Tomado de el libro Hombres & Aeroplanos.
Quizás lo más notable de Nicolás sean sus excesos. No se trata solamente
de su condición de longevo – 78 años – ni de su descendencia incontable, ni de
su innúmera legión de “compañeras” – en algunas oportunidades gozó de la
abnegada fidelidad de hasta cinco de ellas simultáneamente - ,ni de su estatura
y peso descomunales. No. A este inquieto Barranquillero todo le gusta hacerlo
en grande: beber, procrear, gozar, volar, arriesgarse, Sin embargo, en el
dilatado corazón de Nicolás también hubo lugar para una relación devota y
fidelísima puesto que amó a los Norseman de manera rotunda e irrevocable. Con
tres de ellos fundó TACO, allá por los años cuarenta. El y su socio, Ricardo
Correa, volaban desde Medellín hasta Urrao abriéndole el campo a los DC-3 de
Lansa.
Avianca lo acogió durante los años de las “vacas flacas” y con ella
descubrió los Llanos. Villavicencio, Yopal; Arauca, Moreno, Tame, Carreño,
Macarena, el Guaviare. En 1952 trajo los Norseman de Urrao y con sus aviones
rojos se convirtió en el hombre que alegraba el aire. El Norseman de Nicolás
era correo, taxi, “escalera”, taller, botica ambulante. Para su aerolínea no
había carga intrasportable. En una ocasión se encontraban en “Vanguardia” las
rejas para la iglesia de San Pedro de Jagua, sin que se le midieran a llevarlas
los aviones grandes. El párroco, desalentado, buscó consejo en Nicolás a
sabiendas, por supuesto, de que si la misión no la podía practicar un DC-3
mucho menos el mas pequeño Norseman….al menos eso creía. Nicolás midió a
“ojímetro” las gigantescas rejas y meditó unos instantes. Al cabo, ordenó que
las llevaran a la cabecera de la pista. Una vez allí, hizo rodar el Norseman
sobre las puertas y se aseguró de que las tres llantas quedaran en tierra con
vano suficiente entre las ranuras. Izaron 20 centímetros las rejas y las amarró
firmemente a los montajes y al fuselaje. Abordaron el avión 6 feligreses y el
tembloroso cura, y con su insólita carga el Norseman se echó al aire. Pasajeros
y observadores se hacían cruces durante el aterrizaje, pero volaban con la
bendición de San Pedro.
En 1978, poco después que a Nicolás (por razones medicas) le cortaran
las alas, llegaron al país algunos directivos de Lufthansa con el propósito de
comprarle su Norseman y trasladarlo a Alemania. La compañía estaba rescatando
por el mundo los aviones que utilizó a lo largo de su historia y el Norseman de
Nicolás era de los únicos sobrevivientes.
Hicieron negocio y la compañía invitó al veterano aviador a una gira por
Alemania. Conoció todo el país, tripuló diversos aviones, recibió
condecoraciones y múltiples homenajes. Regresó a Colombia con los funcionarios
encargados de trasladar el Norseman y un cheque por sesenta mil dólares entre
el bolsillo. En Paz de Ariporo, el día de la entrega, uno de sus múltiples suegros
le pidió el favor de llevarle una nevera a la fundación de El Mochuelo. Nicolás
quiso hacer así un ultimo vuelo.
Y fue el ultimo.
El avión que lo acompañó durante decenios se incendió repentinamente
cuando iniciaba el regreso.
* Hombres & Aeroplanos se terminó de imprimir en el año 1988.
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