sábado, 1 de agosto de 2020

ASI FUE LA LLEGADA DE DON JULIO MOTOS A YOPAL.



ASÍ FUE LA LLEGADA DE DON JULIO MOTOS A YOPAL.

Escrito por: Miguel Arango Devia

No me acuerdo que año transcurría, cuando en el andén de la casa de la señorita Berselia Rivera, apareció un muchacho flaco, con un bigotico incipiente, de abundante pelo revuelto en la cabeza, una sonrisita de esas mamadoras de gallo, dotado con una caja de herramientas y una butaca de madera, dizque arreglando motos.

A Beranio y Bayardo Porras, quienes tenían sus comercios por estos contornos, les pareció extraña la actividad de este señor, pues, en Casanare, mal contadas, habrían unas 10 motos. En Yopal creo que no llegaban a 5.

Este señor, a quien en poco tiempo, todo el pueblo de Yopal lo conocería como Julio, siempre se le vería allí, degustando un cigarrillo e intercambiando opiniones, sobre los más importantes acontecimientos políticos, cívicos y religiosos de la época.

Esos eran los temas que reunían las “camarillas” que integraban los seguidores del Getulio Vargas, del Eduardo Fonseca, de Gimber Chávez y del doctor Carlos Hernández Vargas, quienes desde el Congreso Nacional, habían dado la pelea para conseguir que Casanare, se desligara del tutelaje que ejercía Boyacá.

En ese lugar, Julio permaneció por muchos años, vio convertirse el inmenso lote donde pastaban los burros, en el Parque Santander. No fueron pocas las veces que departió con el padre Estrada, hasta ponerse de acuerdo para tumbar la vieja Iglesita y darle paso a la Catedral.

A julio le tocó varias veces, los domingos, recoger su butaca de madera y la caja de herramientas, para que allí funcionara un puesto de votación, donde se elegían los Presidentes y Congresistas.

Así fue creciendo entre bocanadas de humo de cigarrillos y unas buenas porciones de tinto. Poco a poco, trabajando y arreglando el País, más que las motos, que con el correr de los años fueron creciendo en número y cilindrajes.

Lo conocí como un hombre alegre en su trajinar. Revoltoso en sus ideologías. Bromista con sus amigos y con una gran dote, la buena fe.

Definitivamente tampoco me acuerdo, del año en que se trasladó para los lados de la plaza de mercado y luego al terminal de transporte, donde todos conocemos funciona un de los más importantes establecimientos comerciales JULIO MOTOS.

Créditos: lareporteria.com
Publicado en Noviembre 2 de 2.017. 


ASÍ FUE LA LLEGADA DE DON JULIO MOTOS A YOPAL.

Escrito por: Miguel Arango Devia

No me acuerdo que año transcurría, cuando en el andén de la casa de la señorita Berselia Rivera, apareció un muchacho flaco, con un bigotico incipiente, de abundante pelo revuelto en la cabeza, una sonrisita de esas mamadoras de gallo, dotado con una caja de herramientas y una butaca de madera, disque arreglando motos.

A Beranio y Bayardo Porras, quienes tenían sus comercios por estos contornos, les pareció extraña la actividad de este señor, pues, en Casanare, mal contadas, habrían unas 10 motos. En Yopal creo que no llegaban a 5.

Este señor, a quien en poco tiempo, todo el pueblo de Yopal lo conocería como Julio, siempre se le vería allí, degustando un cigarrillo e intercambiando opiniones, sobre los más importantes acontecimientos políticos, cívicos y religiosos de la época.

Esos eran los temas que reunían las “camarillas” que integraban los seguidores del Getulio Vargas, del Eduardo Fonseca, de Gimber Chávez y del doctor Carlos Hernández Vargas, quienes desde el Congreso Nacional, habían dado la pelea para conseguir que Casanare, se desligara del tutelaje que ejercía Boyacá.

En ese lugar, Julio permaneció por muchos años, vio convertirse el inmenso lote donde pastaban los burros, en el Parque Santander. No fueron pocas las veces que departió con el padre Estrada, hasta ponerse de acuerdo para tumbar la vieja Iglesita y darle paso a la Catedral.

A julio le tocó varias veces, los domingos, recoger su butaca de madera y la caja de herramientas, para que allí funcionara un puesto de votación, donde se elegían los Presidentes y Congresistas.

Así fue creciendo entre bocanadas de humo de cigarrillos y unas buenas porciones de tinto. Poco a poco, trabajando y arreglando el País, más que las motos, que con el correr de los años fueron creciendo en número y cilindrajes.

Lo conocí como un hombre alegre en su trajinar. Revoltoso en sus ideologías. Bromista con sus amigos y con una gran dote, la buena fe.

Definitivamente tampoco me acuerdo, del año en que se trasladó para los lados de la plaza de mercado y luego al terminal de transporte, donde todos conocemos funciona un de los más importantes establecimientos comerciales JULIO MOTOS.

Créditos: lareporteria.com
Publicado en Noviembre 2 de 2.017. 
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Lilia Mariño Gómez, Jimmy Landaeta Infante y 10 personas más
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