Iglesia y parque principal de Trinidad. Imagen tomada de Google maps. |
LA MUERTE DE LOS HURTADO.
(Breve crónica de la muerte de los Hermanos Hurtado y los “rurales” agentes del Das el 28 de Marzo de 1965 en Trinidad).
Corría el año 1965 cuando aún
Trinidad era un pueblo de escasas calles marcadas y polvorientas, ranchos en
palma y madera con unas pocas de zinc y teja, con cuadras semi vacías
atravesadas por caminos para recortar distancias entre vecinos. La tierra De Ramón
Nonato Pérez, no solo había parido al “tigre de Arauca” como un llanero
resuelto para las que fuera, sino que dejó marcada una descendencia de
triniteños que no doblegan ante las más adversas situaciones.
Ese domingo 28 de marzo como
cualquier domingo, era común ver llegar jinetes al pueblo, provenientes de
todos los confines del llano a realizar diligencias, compra de provisiones, en
busca de entretenimiento o negocios especialmente los relacionados con la
compra y venta de ganado de cría, cachilapo y de cimarronera.
Un grupo de 4 de jinetes, procedentes
del fundo Matapalar ubicado en la margen izquierda del caño El Yatea amarraban
sus mulares en un mangón que colindaba con el “congo” (zona de tolerancia)
ranchón de palma que funcionaba como uno de los prostíbulos que competían con
otros establecimientos de la misma actividad comercial como “Matapalo” “La
manea” y Las Palmas dedicados al entretenimiento de adultos.
Una vez aseguradas sus monturas,
Diomedes, Germán (pinillo) y los 2 hermanos Mosquera, se dirigieron hacia el
centro del poblado caminando por la calle sexta hacia la cancha de futbol
ubicada en el centro de la localidad, actualmente el Parque Ramón Nonato Perez.
Allí cruzaron en dirección hacia la calle de las puñaladas, en busca de
refrescarse con una cerveza Andina, Germania o Costeña en la cantina de Domingo
González. (q.e.p.d).
Eran aproximadamente las 5 de la
tarde, cuando una patrulla de “rurales” –agentes del DAS- comandados por Juan
Barrera Plata, atendiendo la información recibida de un parroquiano, sobre la
presencia de sujetos armados en dicho establecimiento, se dirigía presurosa y
nerviosamente hacia la cantina de Domingo, donde se encontraban los 4
campesinos provenientes de ese cajón de sabana entre el Yatea y el Guachiría.
Al llegar a la cantina los rurales
comandados por Barrera, pidieron a los presentes una requisa a lo que respondió
Pinillo: “aquí no hay requisa pa nadie”, en esta discusión un “rural”
desenfunda su arma de dotación, le hace un tiro al suelo para amedrentarlos, con
tal mala suerte para todos que el proyectil impactó la extremidad inferior
derecha de “pinillo”, quien respondió airadamente: “no sea hp aquí también hay”
echando mano a su revolver colt caballito, desencadenando una feroz balacera en
pleno centro de Trinidad.
Imagen tomada de Google Maps, de la calle donde sucedieron los acontecimientos. |
El primero en caer fue German Hurtado
( pinillo), quien cayó mal herido en una zanja frente a la casa de Rito Torres
(q.e.p.d). Un disparo en el abdomen lo dejó boca arriba inmóvil pero con vida.
Percatándose de esta situación el “rural” Eduardo Rivero, apodado Gitano, se
dirigió posiblemente con la intención de desarmarlo, sin tener en cuenta que no
hay algo más peligroso que el tiro de un moribundo! Al acercarse al agonizante
llanero, este en su último suspiro , disparó su revolver impactando al agente
gitano en medio de las cejas; del fulminante impacto este dio un giro de 360
grados y cayó a pocos metros de su atacante pinillo.
Uno de los rurales de apellido
Perdomo se atrincheró en el zaguán (corredor interno) de la casa de doña
Georgina Albarracín, desde donde disparaba sin que lo vieran, en medio de la
reyerta, Demetrio, uno de los hermanos Mosquera busco atrincherarse allí, sin
percatarse que el agente del gobierno ya había tomado posición en dicho lugar,
quien lo sorprendió quitándole la vida de certeros balazos en el pecho!!
Demetrio cayó de medio lado con parte de su cuerpo dentro de la casa donde
buscaba atrincherarse, con una mano en su pecho como tratando de buscar trancar
la hemorragia letal que le había ocasionado Perdomo.
Diomedes Hurtado se había
atrincherado en unos acacias frente a la casa de Isauro Forero – conocido como
capitán Forero-, hoy casa de la familia Romero, desde donde hacia feroz
resistencia a los demás rurales. José María Bernal, un rural conocido como
Bernal, “gateando” en cuatro patas, intentaba alcanzar el zaguán de la casa de
Víctor Leal (Padre de Adalía Leal), cuando fue descubierto por Diomedes quien
desde su posición a más de 50 metros le propinó un letal disparo a la altura
del costado derecho, quedando vivo pero fuera de combate casi en la puerta de
la casa de donde intentaba buscar una mejor posición para hacer frente a su
ajusticiador.
Tipica imagen de un detective de el DAS rural de la epoca. Fotografía, Créditos, Juan Rodriguez. |
En medio de la balacera un tercer
rural cayó muerto en la calle, un hombre alto de contextura blanca que quedó
expuesto al fuego preciso de uno de los hermanos Hurtado. Otros tres rurales
que acompañaban la patrulla salieron huyendo en diferentes direcciones, se
escuchaban los gritos de Plutarco, un rural que corría despavorido con
dirección al almendrón que se ubica en la esquina de lo que hoy es el parque
principal. Advertía a todo pulmón a los transeúntes que despejaran la calle.
Otro de los hermanos Mosquera, también huyó en medio de la balacera, dejando a
su compañero y amigo Diomedes enfrentando el fuego del agente Perdomo que
seguía disparando cuando huía de su escondite en dirección al puesto del DAS.
Al fragor de las balas de 38, don
Julián Oropeza en un acto tal vez de congraciarse con los rurales, gritaba en
la calle “ les queda uno” “les queda uno”, queriendo decir que en los arboles
de acacia quedaba uno de los participantes de la confrontación, algo que al
envalentonado Diomedes Hurtado le molestó muchísimo, apuntó su arma e impacto
al octogenario Oropeza en su cuerpo.
Cuando se silenciaron los “Colts”,
Diomedes caminó hasta donde yacía el cuerpo sin vida de su hermano German
Hurtado “Pinillo”, tomó su arma, se la encaletó a su cintura y a paso acelerado
recargaba su revolver mientras se alejaba de la calle de la refriega y se
dirigía para cruzar nuevamente la cancha de futbol - hoy parque principal- en
dirección a la esquina de la casa de don Reinaldo Rodríguez (hoy casa de don
José Téllez). En busca de su remonta mular, pronunciaba frases como “ hps no se
habían tropezado con hombres” ,“ hps no se habían tropezado con hombres”
mandándose la mano al cuello desde donde le brotaban borbollones de sangre.
Caminó por la calle sexta hacia el
mangón de Reinaldo Rodríguez donde tenía su bestia mular, montó al galope, e
inexplicablemente tomó rumbo hacia el Fundo La Victoria hoy de propiedad de don
Manuel Cuevas, se desmontó moribundo producto de la hemorragia de sangre,
escribió una carta a su madre de apellido Reuto, contándole los hechos…
“ le cuento madre querida, nos
mataron los rurales
El consuelo que nos queda fue que morimos
iguales
morimos 3 campesinos en compañía de 3
rurales”
En su agonía escribió sus últimas
líneas de manera descoordinada y borrosa, luego se propino un disparo en la
cien, no sin antes anunciar – tal vez por orgullo- que no se dejaría coger vivo
o que no moriría por una bala de gobierno, por eso prefirió cegarse la vida,
aun cuando ya no era necesario.
Después de la confrontación, los
demás agentes del gobierno en compañía de la comunidad, levantaron el mal
herido agente Bernal, llevándolo al puesto de Salud, una rudimentaria
construcción en latas de aluminio que se ubicaba en la esquina donde hasta hace
poco funcionaba el Banco Agrario frente al autoservicio Dismerca. Allí el
personal médico que había, no pudo hacer nada por salvarle la vida al agente
del gobierno quien falleció pasadas las 5: pm. El difunto oficial se casaría a
los 8 días con una de las enfermeras del puesto de salud donde dio sus últimos
soplos de vida.
Doña Emilia Jaspe de Chaquea, al
enterarse de un “plomeo” en la calle de las puñaladas y de escuchar que estaban
involucrados los hijos de su compadre German Hurtado, se dirigió hasta el lugar
en mención, pidió al alcalde de turno permiso para identificar un cuerpo, al
enderezarle la cabeza dijo “ este es pinillo el hijo de mi compadre German”. Le
dice doña Emilia al burgomaestre “ me pueden llevar este a la casa?” y este le
responde de manera arrogante: si se lleva ese, se lleva el otro, refiriéndose a
Demetrio Mosquera, cosa que hizo sin vacilación. Esa misma noche también
trajeron el cuerpo sin vida de Diomedes Hurtado Reuto desde el fundo La
Victoria. Los hermanos Hurtado ( German y Diomedes) junto a Demetrio Mosquera,
fueron velados en la casa de la señora Emilia Jaspe y enterrados al otro día en
el antiguo cementerio de Trinidad.
Pos Data. Esta historia que se
desencadena tal por el abuso de autoridad de agentes del gobierno y la rebeldía
del hombre llanero a no dejarse hostigar por nadie en su propio territorio,
busca generar aportes valiosos a la historia de Trinidad, escribiendo relatos
de personas que fueron testigos oculares y que han querido dejar su aporte en
las páginas de la literatura criolla.
Relato autoría: del Maestro Arialdo
Chaquea Jaspe.
Gestor cultural y bailador de Joropo
Tradicional- Comerciante.
Colaboración: Yilber Mendivelso
Agradecimientos especiales.
Sr. Abdenago Duran Camacho.
Sra. Adalía Leal
Sr. Juan Rodríguez ( Pensionado del
Das).
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