Crónica escrita por el Cap.
HUMBERTO LEON R. insigne piloto ex-Avianca retirado por edad, quien vivió
la época de oro de los emblemáticos Douglas DC-3. Dejo plasmadas sus vivencias
de toda su vida como piloto al mando de la mayoría de equipos de Avianca desde
el DC-3 hasta el Jumbo 747, en una bitácora titulada "DETRAS DE LAS HELICES" que publicaba en la página de
aviación virtual www.solaris.com, los cuales conservo como un tesoro.
Con el permiso de el o de su familia, quiero dar a conocer estos escritos a
través de los grupos de aviación en los cuales escribo, dándole su respectivo
crédito.
ITINERARIO DEL NORTE. Por el Cap.
Humberto Leon Ruiz. Al despuntar la mañana, 5:50, en el aeropuerto de Vanguardia se
anunciaba la salida del vuelo de Avianca con destino a muchos aeropuertos y el
último.... Cúcuta. Pasajeros en su mayoría "camaritas", apodo con que se conoce
al llanero, cuyo equipaje de mano iba desde una mochila hasta un gallo, no sin contar
innumerables elementos que no podían faltar como el radio transistor, carriel
llanero y el sombrero inigualable que orgullosamente era lucido tanto por
hombres como por mujeres. La primera escala sería en Medina, pueblecito pequeño a no más de 10 minutos
de vuelo y donde era de rigor saborear las deliciosas arepas que una buena
señora elaboraba justamente el día del vuelo. Quince minutos de despacho y
luego a Monterrey, caserío a orillas del rio Tua, famoso por un buen colegio
campesino donde nos demoraríamos otros 15 o 20 minutos. Después continuaríamos a Tauramena, población bañada por el rio Cusiana,
retirada a unas cuantas cuadras del aeropuerto donde operaba un famoso convento
de monjitas, quienes de forma muy acuciosa nos daban la bienvenida con un
delicioso jugo de papaya. Era un aeropuerto de pista ancha y aparentemente
buena, siempre con la presencia de un burrito que con el tiempo se hizo famoso
y servía, a veces, cuando la visibilidad estaba reducida, para ubicar la pista,
parece increíble!!! La superficie era supremamente lisa y más de una vez hube de realizar la
singular maniobra "el caballito" de la cual ustedes son ya
conocedores. Cuando llovía había que tenerle miedo a este aterrizaje.
Proseguíamos después a Aguazul, especialmente en el vuelo con destino a
Sogamoso y famoso este aeropuerto por el Sr. Rincón, despachador de vuelo,
quien por su eficiencia lo bautizamos" cinco minutos". Con el tiempo
vino a ser jefe del Despacho en el Dorado. Proseguiríamos con nuestro itinerario al Yopal, población que distaba
una eternidad de lo que es ahora, ubicada en la margen derecha del rio Cravo
Sur. En ese entonces era un caserío pequeño, en el cual el batallón del
Ejercito se encontraba en Relación ( formación en la cual se reúne todo el
personal, tanto militar como civil quien presta su servicios a las FFAA)
exactamente a la hora del arribo del avión y por tal motivo y al considerar que
se encontraba distante del aeropuerto hacíamos un sobre vuelo bastante bajo
para arrojarles varios números de la prensa debidamente amarrados. Esto nunca
se les olvidará a aquellos militares y por ende a nosotros tampoco. Mientras cargaban el avión y el copiloto ayudaba a la tarea del tanqueo
el cual se realizaba con una bomba de mano que operaba él, se sacaba el combustible
de canecas de 55 galones cada una y a traves de una especie de badana que
servía de filtro se llenaban uno a uno los tanques principales. Mientras esto
sucedía, el cabinero que hacía las veces de Despachador ordenaba el cargue del
avión y vendía los pasajes a los pasajeros locales; el capitán se dirigía a una
pequeña tiendita a refrescarse con alguna gaseosa al clima. Próxima escala Nunchia, especie de portaviones, a orillas del rio
Tocaría y conocido por sus encontrados y fortísimos vientos. Bastante retirado
del pequeño pueblito, donde cuando se pernoctaba había que hacer una larga
trayectoria en mula para descender y luego volver a subir hasta coronar una
pequeña colina donde se levantaba como bandera erguida e imponente la cúpula de
la iglesita con capacidad para 60 personas a lo sumo. Cuando la demora era
bastante prolongada por mal tiempo o por otro factor como cancelaciones de
vuelo etc. etc., alcanzábamos a refrescarnos en el Tocaría con sus aguas
cristalinas y muy puras. Tablón de Tamara era nuestra siguiente escala. Aeropuerto muy parecido a
Nunchía, a orillas del rio Pauto, pero sin esos ventarrones tan terribles y un
poco más larga la pista. Ya en estos momentos serían las 7:30 de la mañana y nos deponíamos a
aterrizar en Paz de Ariporo, población rodeada por el rio de su mismo nombre y
con un campo de aterrizaje situado a más o menos 20 minutos del pueblo. Allí
nos estaba esperando el famoso "caldo peligroso" de la comadre de
Paz, esposa del buen Joaquín encargado de Avianca, quien entre otras muchas
cosas había recibido sus siete hijos sola, sin ayuda de nadie y quien por su
bondad infinita le profesábamos un cariño entrañable todos los pilotos; ella
siempre tenía un detalle para con nosotros y solía enviar a nuestras esposas
cualquier detalle: pollos, cerditos y hasta venados. Se imaginan ustedes llevando a Bogotá un cerdito o un venado ¿??
Imposible; pero no se le podía despreciar. Definitivamente el caldo de la
comadre nos sabía a gloria!!! Seguiríamos con nuestro vuelo a Hato Corozal, pista ubicada a orillas
del rio Casanare y donde el buen Salomón, viejo bonachón ya entrado en años y
representante de la compañía , tenía preparada un hamaca fresca e
inmaculadamente limpia para el descanso del Capitán mientras el avión estaba
listo para continuar con la interminable excursión. En muchas ocasiones entre
dormido y despierto alcance a oir al buen Salomón susurrar : Silencio!. No
hagan mucho ruido que el comandante está descansando ¡no lo vayan a despertar!
....Esta era la operación del llano. La próxima escala sería Tame con un aeropuerto excelente para esa época,
a pesar de no tener ninguna radioayuda pero lo encontrábamos muy cómodo: pista
larga y ancha , eso sí mientras no estuviera húmeda porque así las cosas serían
muy diferentes. Varios compañeros engañados por la apariencia de la misma
siguieron derecho y fueron a parar varios metros después del final. Eso era una
operación normal llanera!!! Cuando sucedía un percance de esta magnitud entre todos
los pasajeros sacaban el avión y el vuelo continuaba... Tame era famosa por las fiestas las cuales entre otra actividades fuera
de las del reinado estaban las famosas corridas de toros con torerillos de bajo
cartel pero que hacían las delicias de chicos y grandes. Tuve oportunidad allí
de conocer una chica famosa de 4 en conducta a quien la apodaban "la
banderilla", pues en un lance amoroso de incontrolables celos, otra
compañera le había clavado en el estómago una banderilla en unas fiestas
bastante animadas. Rondón, nuestro próximo destino, despertaba en mí, una particular
simpatía. Allí funcionaba un colegio de niñas cuya directora y profesora de
ingles eran también unas jóvenes paisas muy queridas que estaban haciendo sus
respectivas pasantías y cuando cruzábamos a muy poca altura por encima de las
instalaciones del colegio abordaban su jeep de dotación y salían presurosas a
invitarnos al colegio a tomar chocolate con galletas de soda, cosa poco bien
vista por el cura del pueblo quien montaba en ira santa al ver la polvareda que
levantaba el famoso campero camino del aeropuerto. Rondón, también a orillas del Casanare tenía fama por sus hormigueros
los cuales, si no se sabían esquivar , al pasar por encima de ellos, el avión
quedaba completamente enterrado, es decir se veía una nave sin llantas!!! Las chicas en mención nos encargaban de Cúcuta , destino final antes de
devolvernos por la misma ruta, galletas de San Antonio, algo de rancho etc etc,
cosas todas estas que se conseguían en el mismo aeropuerto. Cravo Norte nos estaría esperando como siguiente escala. Campo pequeño
situado a la margen sur del rio de su mismo nombre, donde el queridísimo
Carlitos, representante de Avianca nos estaría esperando con sus incomparables
empanadas de chiguiro. ¡Que manjar tan exquisito!!! dos o tres eran devoradas
ávidamente acompañadas de un apetecido jugo de lulo o naranja. Continuaríamos a Arauca , aeródromo con controlador de tráfico y con
radiofaro. ¡Que comodidad!!! Allí volveríamos a tanquear y luego procederíamos
a Cúcuta no sin antes saludar muy deferentemente al Sargento
"Nikita," apodo puesto por los cabineros por su extremado celo en no
dejar pasar absolutamente nada de Cúcuta a Villavicencio a saber: radiecitos
tipo panela, galletas venezolanas y algo de rancho elementos éstos que los
mencionados auxiliares llevaban especialmente en Diciembre para que con su
venta aliviar un poco más lo estrecho de sus salarios. Invitábamos pues a este
señor a tomar un café o a almorzar cosa que siempre aceptaba devorando velozmente
un pollo completo con derecho a repetición como él mismo decía y tratando de
moverle el corazón para que dejara su disciplina prusiana y permitiera que el
cabinero pudiera traer "algunos encarguitos de su familia". Ya al
medio día entrábamos a Cúcuta, aeropuerto con todas las de la ley y allí
tomaríamos el almuerzo para luego devolvernos a Villavicencio por las mismas
partes, con alguna excepción. Eran pues itinerarios con 20 o más aterrizajes. ¿Que podía importar?. Eramos jóvenes, muy jóvenes en esa época!!! Y nos
encantaba ese tipo de operación. Llegaríamos a Villavicencio con el sol de los venados y con lo más
importante: la satisfacción del deber cumplido.!!! H. León R.
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