Paseo por el río pauto con reina a bordo, primeras ferias de San Luis de Palenque. Embarcación "Es malo ser bueno" de don Aquiles Barragan. Fotografía, Créditos, Susana Galindo. REMEMBRANZAS DE LA NAVEGACION FLUVIAL POR EL RIO PAUTO. Por: Walter Adelmo Castillo Blanco. Agosto de 2.004. Llegò don Tarquino con topochoooooo…., llegó don Tarquino con topochoooooo…..,gritaba el muchacho corriendo aquella tarde de los últimos días de abril de el año 1975, por la calle que conduce al puerto del rió en la Trinidad del Pauto como históricamente se le ha llamado a esta hermosa población casanareña fundada por el Padre Juan de Rivero en 1724, cuna del prócer de la Independencia Ramón Nonato Pérez, testigo muda de muchos acontecimientos. El majestuoso río Pauto echaba su primera creciente de ese año después de un largo verano que había diezmado los cultivos de pancoger próximos a la población, como el topocho, plátano y yuca, primordiales en la alimentación del pueblo llanero, y que tan solo al reanudarse nuevamente la navegación se comenzaba a surtir el pueblo de tan preciados productos, provenientes de las veredas ribereñas que están lejos de la población río abajo, mas exactamente vía Bocas del Pauto, por ser sus tierras mas fértiles y tal vez sus pobladores más dedicados a la agricultura; por dicho motivo la algarabía que hacia el muchacho proveniente de la orilla del río, alertó a los pobladores que presurosos corrieron al encuentro de Don Carlos Tarquino que llegaba procedente de Bocas del Pauto en su Canoa impulsada por motor fuera de borda, para comprarle el preciado alimento que supuestamente traía escaso en esos momento, pero cual sería la sorpresa de los que iban llegando a la orilla del río al descubrir que el mencionado “Topocho” que el pregonero anunciaba, no eran los racimos que todos esperaban ver, sino que simplemente Don Carlos había llegado acompañado de su hijo Fabio, a quien cariñosamente todos llamábamos “Topocho”. Como anécdota de tal suceso recuerdo
el operativo que se efectuó esa noche para rescatar el cadáver del humilde
motorista que no apareció, luego de que los otros dos náufragos fueran
rescatados por otra voladora que iba detrás de la nuestra con un retraso de
unos diez minutos conducida por mi amigo Emell Girón. Al llegar al pueblo con
los mal heridos pasajeros que de verdad sufrieron fracturas de clavícula,
costillas y demás magulladuras, se procedió a convocar por el altoparlante de
la iglesia a todo el gremio transportador para salir a la búsqueda del ahogado,
el cual acudió en su totalidad con todo tipo de aparejos para tan delicada
faena. Uno de los que mas recuerdos me trae, fue la original idea que se le
ocurrió a mi gran amigo Marcos Castillo (q.e.p.d), de atravesar de lado a lado
del rió (en ese época ya había bajado su caudal por efecto de un pequeño
verano) y frente a la población, mas exactamente frente a su casa, un gran
chinchorro de pesca, por que como el accidente había sido al lado arriba del
pueblo no muy lejos, frente a la Hacienda la Bretaña, tarde o temprano el
ahogado caería en la red, cual si fuera un Valentón, Bagre o Amarillo. En dicha
faena estaban: acomodando la red, cuando fui encontrado aturdido y con heridas
en el cuello, en la orilla opuesta del sitio donde había sucedido el accidente,
a la cual había llegado nadando en estado de inconciencia, por el efecto digo
yo del instinto de conservación y la gracia de mi Dios y rescatado por mi amigo
Pablo Duran que por ese entonces había incursionado en las lides de la
navegación. Cuando llegamos al puerto, medio pueblo estaba pendiente del
rescate del ahogado y del chinchorro que estaba colocando Marquitos. Digo buenos tiempos por que fue
precisamente en la década de los 70 cuando mas trafico tuvo este río que era
surcado por diferentes tipo de embarcaciones, desde pequeñas canoas impulsadas
por palanca y canalete, chalupas, voladoras, yates, botes, chalanas y grandes
remolcadores que prestaban su servicio como transporte de pasajeros y carga. El transporte de pasajeros lo
ejercíamos con pequeñas lanchas rápidas (voladoras), impulsadas por motores
fuera de borda de hasta 48 HP, que era lo máximo que existía en esa época por
estos lares en la modalidad de “expresos”, que era algo semejante a la carrera
de un taxi de hoy en día, la cual estábamos dispuestos a efectuarla a cualquier
hora del día o de la noche, sin importar el estado del tiempo. Fueron muchas
las ocasiones que tuve la osadía de ir hasta El Banco, Bocas del Pauto o Santa
Rosalía (Vichada), al otro lado del meta ha efectuar un expreso después de las
6:00 de la tarde y estar de regreso en las horas de la madrugada, ya fuera a
recoger el familiar de un enfermo o doliente de alguna persona fallecida que se
requería urgente. Lo importante era servir a la comunidad y por que no decirlo
ganarnos unos pesos más. Cabe resaltar que estas gracias las podía uno hacer
por que no existía ningún tipo de inseguridad ,todos nos conocíamos, nadie
desconfiaba de nadie, todo era un remanso de paz, se vivía tan bien; por la
época llegaron a existir hasta 20 lanchas de servicio publico atracados en el
puerto para tal fin. La ruta mas frecuentada que hacíamos todos los días, hasta
5 recorridos, era el viaje a San Luis de Palenque y el que mejores dividendos
nos dejaba era un “expreso” a Bocas del Pauto, Santa Rosalía, La Primavera,
Miramar de Guanapalo, Orocuè o la Hermosa, ya que teníamos la oportunidad de
hacer viaje redondo recogiendo pasajeros en el viaje de vuelta, o en su defecto
si a la altura de la vereda del Bélgica regresábamos vacíos, compramos topocho,
plátano, mazorcas, aguacates o lo que estuviera en cosecha, para vender en el
puerto y mejorar nuestros ingresos. El servicio regular de carga lo ejercían los botes y chalanas provenientes de Puerto Lopez, que luego de bajar por el Meta, remontaban el Pauto y demás afluentes vendiendo todo tipo de mercancías a los ribereños, quienes se surtían de productos como: comestibles, utensilios, ropa, medicamentos, bebidas, sal, alambre de púas y demás, con la ventaja de que si no había dinero en efectivo para la compra, el “Yoncero” como inicialmente se les llamó a los propietarios de estas embarcaciones en honor a una de las primeras marcas de motores fuera de borda (“Jhonson”) que surcaron estos ríos , aceptaban en pago: Ganado, Marranos, Gallinas, plátano, madera, etc, los cuales recogían al regreso y eran llevados al mercado de Puerto López; es decir se ejercía el trueque que beneficiaba a las dos partes. Así mismo una buena cantidad de dueños de fincas a la orilla del rió, tenían su propio medio de transporte que generalmente era una canoa grande impulsada por su respectivo fuera del borda de 12 hasta 40 HP, los cuales utilizaban “para salir al pueblo” , transportando sus productos, y prestándoles el servicio a sus vecinos llevándoles de pasajeros y a la vuelta traer las compras que realizaban.Pioneros de la navegación con motores fuera de Borda: Don Aquiles Barragán Bustos junto con su hijo Mi Querido Padrino y Tío Político Aquiles Barragán Albarracìn, los primeros en navegar el río Pauto a finales de los años cuarenta del pasado siglo, en una canoa impulsada por un motor fuera de borda de 7 HP marca Sporting, comprado en el hasta ese entonces floreciente comercio de Orocuè, regido por comerciantes Venezolanos, Alemanes, Franceses y Holandeses, a bordo del cual El tío Aquiles huyó de la violencia que azotaba los Llanos, junto con su Esposa y sus dos primeros hijos, recién nacido el segundo, que a la postre falleció en esa aventura por las inclemencias del tiempo, teniendo que dejarlo sepultado en territorio Venezolano. Dicha travesía la efectuó partiendo de la vereda Macuco arriba de San Luis de Palenque (donde la tía Esther se desempeñaba como Profesora), bajando por el Pauto, Meta y Orinoco hasta llegar a Ciudad Bolívar (Venezuela) donde se refugiaron por espacio de 4 años hasta que fueron repatriados en el mes de Junio de 1953, a bordo de la Recién creada Flota Naval de Oriente de la Armada Nacional, creada por el Gobierno para establecerse en Orocuè, cuyo punto de partida fue la Base Naval ARC Bolívar en Cartagena, expedición ésta que se aprovechó para repatriar a gran cantidad de compatriotas que habían ido a parar a territorio Venezolano huyendo de la Violencia. Don Aquiles Barragan con su familia a bordo de la falca " La Reina de Pauto", principios de los años sesenta. Fotografía, Créditos, Carlos Barragan.
Establecida su residencia nuevamente
en el recién fundado San Luis de Palenque, el tío Aquiles se destacó como uno
de los impulsores de la Navegación a bordo de innumerables embarcaciones
construidas por el mismo entre las que se destacaron: “ES MALO SER BUENO”, “LA
REINA DEL PAUTO” Y “LA NUBE VIAJERA”, con sus dos flamantes PENTA de 30 HP, a
quienes se refería orgullosamente como “LAS MAQUINAS”, a bordo de la cual nos
desempollamos en el oficio aún siendo muy niños, junto a mis primos Angel, Luis
Eduardo y Carlos Barragán Otros pioneros de la navegación: De
grata recordación Don Ramón Salazar en su Falca “La Coqueta” con sus ARCHIMEDES
de 12 HP, cariñosamente llamados en ese entonces los “Pateguafilla”, por ser
muy delgada la pata o eje que impulsa la transmisión de estos aparatos,
semejándose una guafilla o bambú. Luis Gonzaga, José Antonio Salas, Edilberto
Farfan, Don Tulio Carmona, Luis Rodríguez, Delfín Rivera, Pablo Rosillo y su
“Nueva Antioquia”, Miguel Palma, Abelardo Hurtado, El Rvdo. Padre Francisco
Lucea, Emiliano Colina, Enrique Gallón, Marcos Castillo, Santos Avendaño,
Carlos Jiménez “Macareno” , y las nuevas generaciones a las cuales pertenecí
como los hermanos Emell y Anibal Giròn, Arnulfo Colina, Gustavo Colina, Fabio
Rodríguez (Topocho), Everardo Granados, los Hermanos Carmona, Los hermanos
Pablo, Abdenago y Homero Duran, Victor Pedraza, Jorge Tapias, Alcibíades
Trujillo, Cristian Castañeda, Javier Ramírez (Murió ahogado en dicho oficio),
Los Hermanos Manuel e Isidro Gutiérrez, Chon Montañez, Los hermanos Arnulfo,
Antonio y Humberto Torres…….. y muchos mas que se me escapan. Vale la pena
recordar que a principios de la década de los sesenta cuando se empezó a
masificar el uso del motor fuera de borda, aún se podía observar la llegada de
los “Bongos a canalete y palanca” . De grata recordación para todos los de
nuestra generación, la figura morena tostada por el sol producto de toda una
vida de trabajo y trasegar por nuestros ríos, de Margarito Castillo, un humilde
pescador de origen Venezolano que todos los veranos religiosamente por el mes
de Diciembre antes de empezar las ferias y fiestas, remontando el Pauto en su
Bongo arribaba a mi pueblo San Luis de Palenque a establecer su ranchería en la
playa frente al pueblo, junto a la denominada “Isla de Cuba”, desde donde todas
las mañanas a través de un megáfono hecho de un embudo de lamina de zinc, y a
todo pulmón despertaba a la comunidad anunciando la venta de pescado (“a
comprar el pecaoooooooo……”), producto de su faena de pesca de la noche
anterior, actividad económica de la que vivió toda su vida nómada. Como
anécdota recuerdo haberle conocido entre sus haberes que transportaba, (siempre
llevaba consigo toda su familia con trasteo incluido; al parecer nunca tuvo
residencia fija) la primera Arpa que vi en mi vida, la que ejecutaba como buen
Venezolano que era, asegurándonos a los que le indagábamos por tan raro
instrumento, que su encordado era de tripa de gato y de res y que me atrevo a
asegurar fue la primera que ingresó a Casanare en los tiempos modernos, ya que
este instrumento aún no hacia parte de nuestra música llanera. A la memoria de
este ilustre personaje, el Cholo VALDERRAMA le dedicaría años después de muerto
la hermosa composición BONGUERO DEL CASANARE. Cabe aquí hacer una acotación acerca
de la historia del Arpa relacionada con la navegación del Pauto y los demás
ríos de la Orinoquia, ya que en el pasado había trasegado por estos lares rumbo
a las misiones Jesuitas, procedente de España traído por los Padres de la
Compañía de Jesús en los siglos XVII y XVIII vía Orinoco y Meta, hasta
introducirlo en las misiones que dicha comunidad tuvo en Casanare, donde fue
utilizado inicialmente para ejecutar música religiosa por los misioneros. “A
los llanos de Colombia (Betoyes, San Regis-Guanapalo en Casanare) llegan varios
instrumentos como la guitarra, la flauta, el clavicordio, el arpa, la vihuela y
las chirimías, cuyos primeros registros datan de los años 1661 y 1722. Estos
instrumentos fueron enseñados allí por los misioneros en escuelas de música donde
indios y mestizos aprendieron solfeo y a tocar el arpa a la perfección”. La Carga en gran escala era
transportada por medianos y grandes remolcadores, de la misma forma
provenientes de Puerto López, que surtían el comercio con bebidas, comestibles,
mercancías de toda especie, y combustibles para el comercio en general, ya que
resultaba mas barato el flete de la carga trasportada fluvialmente que en
avión, aunque regularmente también se utilizaba este medio. Recuerdo con
nostalgia los primeros de estos remolcadores que conocí: “El Tundama” de Don
José Prada, pionero del comercio en Trinidad. “El Casanare” (Naufragó aguas
abajo de Trinidad entre Bélgica y San Vicente y su casco nunca apareció). “La
Claudia”. “El Expreso Trinidad”. Las Lanchas de los Señores Alfredo Rincón,
Arturo Vargas, Ramón Velandia y otras que se me escapan. Así mismo los grandes
Remolcadores del Expreso Ganadero que se encargaban de transportar la cerveza y
gaseosas para las agencias de estos pueblos, lo mismo que sal y alambre de púas
para las Bodegas propiedad de la Caja Agraria que existían en los dos pueblos
vecinos (San Luis y Trinidad), y a su regreso cargaban ganados en los
embarcaderos de, Bocas del Pauto y Miramar de Guanapalo con destino a Puerto
López, algunos de estos con capacidad para transportar hasta 1000 toros como
eran: El Caribe, El Tamanà, El Sansón, El Dalila y otros que no recuerdo. Este tipo de transporte floreció
hasta finales de los ochenta cuando las carreteras llegaron a los dos pueblos
vecinos, (el flete de la carga se abarató), desaparecieron los almacenes de la
Caja Agraria que comercializaban la sal y el alambre de púas, que constituían
el mayor potencial de carga transportada por los remolcadores especialmente los
del Expreso Ganadero, el hato ganadero disminuyó (ya no se consume igual
cantidad de sal), el orden publico se deterioró y de paso el río empezó a
mermar su caudal mucho antes de entrar el verano producto de la deforestación y
del cultivo del arroz. Hoy día subsisten, una ruta diaria de pasajeros hasta
Santa Rosalía que la presta el yate de otro amigo de faenas el Señor Tulio
Carmona; las voladoras de las alcaldías, puestos de salud y tal cual canoa con
motor de finqueros ribereños. Como testigo mudo de lo que otrora fuera un
puerto con gran actividad comercial, queda el Muelle construido por la
administración municipal en tiempos en que ya había decrecido esta actividad.
Las lanchas y grandes Remolcadores no volvieron, tan solo nos queda de recuerdo
el Árbol de “Bucare” que servía de amarradero a dichas embarcaciones. ¡Ah río
cuando era río! ……diríamos parodiando un refrán popular. Pero así como fue floreciente la
navegación en tiempos modernos después de la segunda década del siglo XX, vale
la pena recalcar que ya en los siglo XVII, XVIII y XIX a través del Meta y
Pauto entro la religión, la civilización y el comercio a esta región procedente
de Europa, primero con la llegada de los Jesuitas en Bongos y luego con la
entrada de los vapores, teniéndose conocimiento que “la primera navegación a
vapor por el río Meta se produjo con el viaje del Capitán Martín, en el Vapor
“Meta”, quien fue el primero que remontó este río en Noviembre de 1856 hasta la
boca del río Cravo Sur , 33 millas arriba de Orocùe”. Ya para finales del siglo XIX hacia
1898 en el puerto de Orocuè se habían establecido varias casas comerciales en
su mayoría de propiedad de ciudadanos Venezolanos que eran surtidas por el
movimiento de los vapores que llegaban de Ciudad Bolívar, extendiéndose dicho
comercio al Pauto. “Para 1898 el Señor Elisio Medina se referirá a estos
comerciantes y a las ventajas de introducir mercancías vía los ríos Orinoco,
Meta y Pauto, “obteniéndolas a mas bajo precio que las introducidas por el
Magdalena…..El Señor Real, el señor Bonnet y los Señores Franzius Hermanos….actualmente
introducen la mayor parte de las mercancías que se consumen en Casanare”.
Defienden la navegación del Pauto hasta el Puerto de la Plata, que está a 32
leguas de Sogamoso por la vía de Nunchìa y a 30 leguas del Cocuy por la vía a
Tàmara. El Vapor “Boyacá” del señor Ramòn Leal, Venezolano, navegaba el río
Pauto en esta época, en busca de cueros, café y las orquídeas que desde Tàmara
y Nunchìa le enviaban al Puerto de la Plata”. Como podemos apreciar para ese
entonces el Pauto era la vía por la cual se surtía Trinidad y el pueblo de
Pore, a través de el Puerto de la Plata donde estos comerciantes tenían
bodegas, desde donde eran llevadas las mercancías en carretas tiradas por
bueyes y mulas, a través de una amplia vía empedrada que existía por ese
entonces, la cual comunicaba este puerto con la mencionada ciudad, desde donde
se distribuían las mercancías a poblaciones vecinas como: Tàmara, Nunchìa,
Morcote, El Cocuy, Chire, Moreno. Cabe anotar que antes de ser introducidas
estas mercancías eran aforadas en la Aduana que existió hasta 1861 en el Pueblo
de Cafifì que estaba ubicado muy cerca a la desembocadura del Pauto al Meta. Fotografía de mi Álbum familiar. El
autor en la época de navegante, posando sobre la proa de "La
Sardinita", lancha que conducía en ese entonces, puerto de la Trinidad del
pauto, año (1.975) 1 Dario Robayo, 1993, El arpa en la
historia. Revista colombiana de folclor4.Idem 2 Roberto Franco, Historia de Orocuè,
Bogotà, 1997: 92. 3 Elisio Medina, Navegación del río
Pauto, Bogotà, 1898: 67. (Tomado de Historia de Orocuè pag.116) Yopal, Casanare, Agosto de 2.004. |
sábado, 1 de agosto de 2020
REMEMBRANZAS DE LA NAVEGACION FLUVIAL POR EL RIO PAUTO.
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