sábado, 1 de agosto de 2020

REMEMBRANZAS DE LA NAVEGACION FLUVIAL POR EL RIO PAUTO.




Paseo por el río pauto con reina a bordo, primeras ferias de San Luis de Palenque. Embarcación "Es malo ser bueno" de don Aquiles Barragan. Fotografía, Créditos, Susana Galindo.

REMEMBRANZAS DE LA NAVEGACION FLUVIAL POR EL RIO PAUTO.

Por: Walter Adelmo Castillo Blanco.

Agosto de 2.004.

Llegò don Tarquino con topochoooooo…., llegó don Tarquino con topochoooooo…..,gritaba el muchacho corriendo aquella tarde de los últimos días de abril de el año 1975, por la calle que conduce al puerto del rió en la Trinidad del Pauto como históricamente se le ha llamado a esta hermosa población casanareña fundada por el Padre Juan de Rivero en 1724, cuna del prócer de la Independencia Ramón Nonato Pérez, testigo muda de muchos acontecimientos. El majestuoso río Pauto echaba su primera creciente de ese año después de un largo verano que había diezmado los cultivos de pancoger próximos a la población, como el topocho, plátano y yuca, primordiales en la alimentación del pueblo llanero, y que tan solo al reanudarse nuevamente la navegación se comenzaba a surtir el pueblo de tan preciados productos, provenientes de las veredas ribereñas que están lejos de la población río abajo, mas exactamente vía Bocas del Pauto, por ser sus tierras mas fértiles y tal vez sus pobladores más dedicados a la agricultura; por dicho motivo la algarabía que hacia el muchacho proveniente de la orilla del río, alertó a los pobladores que presurosos corrieron al encuentro de Don Carlos Tarquino que llegaba procedente de Bocas del Pauto en su Canoa impulsada por motor fuera de borda, para comprarle el preciado alimento que supuestamente traía escaso en esos momento, pero cual sería la sorpresa de los que iban llegando a la orilla del río al descubrir que el mencionado “Topocho” que el pregonero anunciaba, no eran los racimos que todos esperaban ver, sino que simplemente Don Carlos había llegado acompañado de su hijo Fabio, a quien cariñosamente todos llamábamos “Topocho”.

 Eran los buenos tiempos de la Navegación fluvial por el río Pauto, de la cual participé haciendo parte de ese inolvidable gremio de “Capitanes”, como nos solía llamar mi amigo Everardo Granados colega del mismo oficio, copropietario de una voladora o lancha rápida con motor fuera de Borda como la que yo manejaba por ese entonces, propiedad de la Parroquia de dicha población regida en ese entonces por el Reverendo Padre Luis Alberto Parra, y donde pasé los mejores años de mi vida, no sin antes haber pasado el trago mas amargo o sorbo mas largo al sufrir un “accidente de transito fluvial” (tal vez el único que yo recuerde que sucedió en esa época), al estrellarme en una noche oscura del mes de octubre del año 1977 contra otra embarcación que transitaba en sentido contrario, en el trayecto de San Luis a Trinidad, conducida por mi amigo Carlos Jimenez "Macareno", con el saldo de dos heridos ( los pasajeros que traía: Recaudador de Impuestos y el Administrador del Aeropuerto) y la desaparición del suscrito en las aguas del Pauto a donde fui a caer luego del impacto.

Como anécdota de tal suceso recuerdo el operativo que se efectuó esa noche para rescatar el cadáver del humilde motorista que no apareció, luego de que los otros dos náufragos fueran rescatados por otra voladora que iba detrás de la nuestra con un retraso de unos diez minutos conducida por mi amigo Emell Girón. Al llegar al pueblo con los mal heridos pasajeros que de verdad sufrieron fracturas de clavícula, costillas y demás magulladuras, se procedió a convocar por el altoparlante de la iglesia a todo el gremio transportador para salir a la búsqueda del ahogado, el cual acudió en su totalidad con todo tipo de aparejos para tan delicada faena. Uno de los que mas recuerdos me trae, fue la original idea que se le ocurrió a mi gran amigo Marcos Castillo (q.e.p.d), de atravesar de lado a lado del rió (en ese época ya había bajado su caudal por efecto de un pequeño verano) y frente a la población, mas exactamente frente a su casa, un gran chinchorro de pesca, por que como el accidente había sido al lado arriba del pueblo no muy lejos, frente a la Hacienda la Bretaña, tarde o temprano el ahogado caería en la red, cual si fuera un Valentón, Bagre o Amarillo. En dicha faena estaban: acomodando la red, cuando fui encontrado aturdido y con heridas en el cuello, en la orilla opuesta del sitio donde había sucedido el accidente, a la cual había llegado nadando en estado de inconciencia, por el efecto digo yo del instinto de conservación y la gracia de mi Dios y rescatado por mi amigo Pablo Duran que por ese entonces había incursionado en las lides de la navegación. Cuando llegamos al puerto, medio pueblo estaba pendiente del rescate del ahogado y del chinchorro que estaba colocando Marquitos.

El autor en el puerto de la Trinidad del Pauto, a bordo de la SARDINITA, año (1975).

Digo buenos tiempos por que fue precisamente en la década de los 70 cuando mas trafico tuvo este río que era surcado por diferentes tipo de embarcaciones, desde pequeñas canoas impulsadas por palanca y canalete, chalupas, voladoras, yates, botes, chalanas y grandes remolcadores que prestaban su servicio como transporte de pasajeros y carga.

El transporte de pasajeros lo ejercíamos con pequeñas lanchas rápidas (voladoras), impulsadas por motores fuera de borda de hasta 48 HP, que era lo máximo que existía en esa época por estos lares en la modalidad de “expresos”, que era algo semejante a la carrera de un taxi de hoy en día, la cual estábamos dispuestos a efectuarla a cualquier hora del día o de la noche, sin importar el estado del tiempo. Fueron muchas las ocasiones que tuve la osadía de ir hasta El Banco, Bocas del Pauto o Santa Rosalía (Vichada), al otro lado del meta ha efectuar un expreso después de las 6:00 de la tarde y estar de regreso en las horas de la madrugada, ya fuera a recoger el familiar de un enfermo o doliente de alguna persona fallecida que se requería urgente. Lo importante era servir a la comunidad y por que no decirlo ganarnos unos pesos más. Cabe resaltar que estas gracias las podía uno hacer por que no existía ningún tipo de inseguridad ,todos nos conocíamos, nadie desconfiaba de nadie, todo era un remanso de paz, se vivía tan bien; por la época llegaron a existir hasta 20 lanchas de servicio publico atracados en el puerto para tal fin. La ruta mas frecuentada que hacíamos todos los días, hasta 5 recorridos, era el viaje a San Luis de Palenque y el que mejores dividendos nos dejaba era un “expreso” a Bocas del Pauto, Santa Rosalía, La Primavera, Miramar de Guanapalo, Orocuè o la Hermosa, ya que teníamos la oportunidad de hacer viaje redondo recogiendo pasajeros en el viaje de vuelta, o en su defecto si a la altura de la vereda del Bélgica regresábamos vacíos, compramos topocho, plátano, mazorcas, aguacates o lo que estuviera en cosecha, para vender en el puerto y mejorar nuestros ingresos.

El servicio regular de carga lo ejercían los botes y chalanas provenientes de Puerto Lopez, que luego de bajar por el Meta, remontaban el Pauto y demás afluentes vendiendo todo tipo de mercancías a los ribereños, quienes se surtían de productos como: comestibles, utensilios, ropa, medicamentos, bebidas, sal, alambre de púas y demás, con la ventaja de que si no había dinero en efectivo para la compra, el “Yoncero” como inicialmente se les llamó a los propietarios de estas embarcaciones en honor a una de las primeras marcas de motores fuera de borda (“Jhonson”) que surcaron estos ríos , aceptaban en pago: Ganado, Marranos, Gallinas, plátano, madera, etc, los cuales recogían al regreso y eran llevados al mercado de Puerto López; es decir se ejercía el trueque que beneficiaba a las dos partes. Así mismo una buena cantidad de dueños de fincas a la orilla del rió, tenían su propio medio de transporte que generalmente era una canoa grande impulsada por su respectivo fuera del borda de 12 hasta 40 HP, los cuales utilizaban “para salir al pueblo” , transportando sus productos, y prestándoles el servicio a sus vecinos llevándoles de pasajeros y a la vuelta traer las compras que realizaban.Pioneros de la navegación con motores fuera de Borda: Don Aquiles Barragán Bustos junto con su hijo Mi Querido Padrino y Tío Político Aquiles Barragán Albarracìn, los primeros en navegar el río Pauto a finales de los años cuarenta del pasado siglo, en una canoa impulsada por un motor fuera de borda de 7 HP marca Sporting, comprado en el hasta ese entonces floreciente comercio de Orocuè, regido por comerciantes Venezolanos, Alemanes, Franceses y Holandeses, a bordo del cual El tío Aquiles huyó de la violencia que azotaba los Llanos, junto con su Esposa y sus dos primeros hijos, recién nacido el segundo, que a la postre falleció en esa aventura por las inclemencias del tiempo, teniendo que dejarlo sepultado en territorio Venezolano. Dicha travesía la efectuó partiendo de la vereda Macuco arriba de San Luis de Palenque (donde la tía Esther se desempeñaba como Profesora), bajando por el Pauto, Meta y Orinoco hasta llegar a Ciudad Bolívar (Venezuela) donde se refugiaron por espacio de 4 años hasta que fueron repatriados en el mes de Junio de 1953, a bordo de la Recién creada Flota Naval de Oriente de la Armada Nacional, creada por el Gobierno para establecerse en Orocuè, cuyo punto de partida fue la Base Naval ARC Bolívar en Cartagena, expedición ésta que se aprovechó para repatriar a gran cantidad de compatriotas que habían ido a parar a territorio Venezolano huyendo de la Violencia.


Don Aquiles Barragan con su familia a bordo de la falca " La Reina de Pauto", principios de los años sesenta. Fotografía, Créditos, Carlos Barragan.

Establecida su residencia nuevamente en el recién fundado San Luis de Palenque, el tío Aquiles se destacó como uno de los impulsores de la Navegación a bordo de innumerables embarcaciones construidas por el mismo entre las que se destacaron: “ES MALO SER BUENO”, “LA REINA DEL PAUTO” Y “LA NUBE VIAJERA”, con sus dos flamantes PENTA de 30 HP, a quienes se refería orgullosamente como “LAS MAQUINAS”, a bordo de la cual nos desempollamos en el oficio aún siendo muy niños, junto a mis primos Angel, Luis Eduardo y Carlos Barragán

Otros pioneros de la navegación: De grata recordación Don Ramón Salazar en su Falca “La Coqueta” con sus ARCHIMEDES de 12 HP, cariñosamente llamados en ese entonces los “Pateguafilla”, por ser muy delgada la pata o eje que impulsa la transmisión de estos aparatos, semejándose una guafilla o bambú. Luis Gonzaga, José Antonio Salas, Edilberto Farfan, Don Tulio Carmona, Luis Rodríguez, Delfín Rivera, Pablo Rosillo y su “Nueva Antioquia”, Miguel Palma, Abelardo Hurtado, El Rvdo. Padre Francisco Lucea, Emiliano Colina, Enrique Gallón, Marcos Castillo, Santos Avendaño, Carlos Jiménez “Macareno” , y las nuevas generaciones a las cuales pertenecí como los hermanos Emell y Anibal Giròn, Arnulfo Colina, Gustavo Colina, Fabio Rodríguez (Topocho), Everardo Granados, los Hermanos Carmona, Los hermanos Pablo, Abdenago y Homero Duran, Victor Pedraza, Jorge Tapias, Alcibíades Trujillo, Cristian Castañeda, Javier Ramírez (Murió ahogado en dicho oficio), Los Hermanos Manuel e Isidro Gutiérrez, Chon Montañez, Los hermanos Arnulfo, Antonio y Humberto Torres…….. y muchos mas que se me escapan. Vale la pena recordar que a principios de la década de los sesenta cuando se empezó a masificar el uso del motor fuera de borda, aún se podía observar la llegada de los “Bongos a canalete y palanca” . De grata recordación para todos los de nuestra generación, la figura morena tostada por el sol producto de toda una vida de trabajo y trasegar por nuestros ríos, de Margarito Castillo, un humilde pescador de origen Venezolano que todos los veranos religiosamente por el mes de Diciembre antes de empezar las ferias y fiestas, remontando el Pauto en su Bongo arribaba a mi pueblo San Luis de Palenque a establecer su ranchería en la playa frente al pueblo, junto a la denominada “Isla de Cuba”, desde donde todas las mañanas a través de un megáfono hecho de un embudo de lamina de zinc, y a todo pulmón despertaba a la comunidad anunciando la venta de pescado (“a comprar el pecaoooooooo……”), producto de su faena de pesca de la noche anterior, actividad económica de la que vivió toda su vida nómada. Como anécdota recuerdo haberle conocido entre sus haberes que transportaba, (siempre llevaba consigo toda su familia con trasteo incluido; al parecer nunca tuvo residencia fija) la primera Arpa que vi en mi vida, la que ejecutaba como buen Venezolano que era, asegurándonos a los que le indagábamos por tan raro instrumento, que su encordado era de tripa de gato y de res y que me atrevo a asegurar fue la primera que ingresó a Casanare en los tiempos modernos, ya que este instrumento aún no hacia parte de nuestra música llanera. A la memoria de este ilustre personaje, el Cholo VALDERRAMA le dedicaría años después de muerto la hermosa composición BONGUERO DEL CASANARE.

Cabe aquí hacer una acotación acerca de la historia del Arpa relacionada con la navegación del Pauto y los demás ríos de la Orinoquia, ya que en el pasado había trasegado por estos lares rumbo a las misiones Jesuitas, procedente de España traído por los Padres de la Compañía de Jesús en los siglos XVII y XVIII vía Orinoco y Meta, hasta introducirlo en las misiones que dicha comunidad tuvo en Casanare, donde fue utilizado inicialmente para ejecutar música religiosa por los misioneros. “A los llanos de Colombia (Betoyes, San Regis-Guanapalo en Casanare) llegan varios instrumentos como la guitarra, la flauta, el clavicordio, el arpa, la vihuela y las chirimías, cuyos primeros registros datan de los años 1661 y 1722. Estos instrumentos fueron enseñados allí por los misioneros en escuelas de música donde indios y mestizos aprendieron solfeo y a tocar el arpa a la perfección”.

La Carga en gran escala era transportada por medianos y grandes remolcadores, de la misma forma provenientes de Puerto López, que surtían el comercio con bebidas, comestibles, mercancías de toda especie, y combustibles para el comercio en general, ya que resultaba mas barato el flete de la carga trasportada fluvialmente que en avión, aunque regularmente también se utilizaba este medio. Recuerdo con nostalgia los primeros de estos remolcadores que conocí: “El Tundama” de Don José Prada, pionero del comercio en Trinidad. “El Casanare” (Naufragó aguas abajo de Trinidad entre Bélgica y San Vicente y su casco nunca apareció). “La Claudia”. “El Expreso Trinidad”. Las Lanchas de los Señores Alfredo Rincón, Arturo Vargas, Ramón Velandia y otras que se me escapan. Así mismo los grandes Remolcadores del Expreso Ganadero que se encargaban de transportar la cerveza y gaseosas para las agencias de estos pueblos, lo mismo que sal y alambre de púas para las Bodegas propiedad de la Caja Agraria que existían en los dos pueblos vecinos (San Luis y Trinidad), y a su regreso cargaban ganados en los embarcaderos de, Bocas del Pauto y Miramar de Guanapalo con destino a Puerto López, algunos de estos con capacidad para transportar hasta 1000 toros como eran: El Caribe, El Tamanà, El Sansón, El Dalila y otros que no recuerdo.

Este tipo de transporte floreció hasta finales de los ochenta cuando las carreteras llegaron a los dos pueblos vecinos, (el flete de la carga se abarató), desaparecieron los almacenes de la Caja Agraria que comercializaban la sal y el alambre de púas, que constituían el mayor potencial de carga transportada por los remolcadores especialmente los del Expreso Ganadero, el hato ganadero disminuyó (ya no se consume igual cantidad de sal), el orden publico se deterioró y de paso el río empezó a mermar su caudal mucho antes de entrar el verano producto de la deforestación y del cultivo del arroz. Hoy día subsisten, una ruta diaria de pasajeros hasta Santa Rosalía que la presta el yate de otro amigo de faenas el Señor Tulio Carmona; las voladoras de las alcaldías, puestos de salud y tal cual canoa con motor de finqueros ribereños. Como testigo mudo de lo que otrora fuera un puerto con gran actividad comercial, queda el Muelle construido por la administración municipal en tiempos en que ya había decrecido esta actividad. Las lanchas y grandes Remolcadores no volvieron, tan solo nos queda de recuerdo el Árbol de “Bucare” que servía de amarradero a dichas embarcaciones. ¡Ah río cuando era río! ……diríamos parodiando un refrán popular.

El Autor al timón de la lancha en compañía de otros amigos, practicando el sky acuático en el rio pauto, frente a Trinidad.

Pero así como fue floreciente la navegación en tiempos modernos después de la segunda década del siglo XX, vale la pena recalcar que ya en los siglo XVII, XVIII y XIX a través del Meta y Pauto entro la religión, la civilización y el comercio a esta región procedente de Europa, primero con la llegada de los Jesuitas en Bongos y luego con la entrada de los vapores, teniéndose conocimiento que “la primera navegación a vapor por el río Meta se produjo con el viaje del Capitán Martín, en el Vapor “Meta”, quien fue el primero que remontó este río en Noviembre de 1856 hasta la boca del río Cravo Sur , 33 millas arriba de Orocùe”.

Ya para finales del siglo XIX hacia 1898 en el puerto de Orocuè se habían establecido varias casas comerciales en su mayoría de propiedad de ciudadanos Venezolanos que eran surtidas por el movimiento de los vapores que llegaban de Ciudad Bolívar, extendiéndose dicho comercio al Pauto. “Para 1898 el Señor Elisio Medina se referirá a estos comerciantes y a las ventajas de introducir mercancías vía los ríos Orinoco, Meta y Pauto, “obteniéndolas a mas bajo precio que las introducidas por el Magdalena…..El Señor Real, el señor Bonnet y los Señores Franzius Hermanos….actualmente introducen la mayor parte de las mercancías que se consumen en Casanare”. Defienden la navegación del Pauto hasta el Puerto de la Plata, que está a 32 leguas de Sogamoso por la vía de Nunchìa y a 30 leguas del Cocuy por la vía a Tàmara. El Vapor “Boyacá” del señor Ramòn Leal, Venezolano, navegaba el río Pauto en esta época, en busca de cueros, café y las orquídeas que desde Tàmara y Nunchìa le enviaban al Puerto de la Plata”.

Como podemos apreciar para ese entonces el Pauto era la vía por la cual se surtía Trinidad y el pueblo de Pore, a través de el Puerto de la Plata donde estos comerciantes tenían bodegas, desde donde eran llevadas las mercancías en carretas tiradas por bueyes y mulas, a través de una amplia vía empedrada que existía por ese entonces, la cual comunicaba este puerto con la mencionada ciudad, desde donde se distribuían las mercancías a poblaciones vecinas como: Tàmara, Nunchìa, Morcote, El Cocuy, Chire, Moreno. Cabe anotar que antes de ser introducidas estas mercancías eran aforadas en la Aduana que existió hasta 1861 en el Pueblo de Cafifì que estaba ubicado muy cerca a la desembocadura del Pauto al Meta.

Fotografía de mi Álbum familiar. El autor en la época de navegante, posando sobre la proa de "La Sardinita", lancha que conducía en ese entonces, puerto de la Trinidad del pauto, año (1.975)

1 Dario Robayo, 1993, El arpa en la historia. Revista colombiana de folclor4.Idem

2 Roberto Franco, Historia de Orocuè, Bogotà, 1997: 92.

3 Elisio Medina, Navegación del río Pauto, Bogotà, 1898: 67. (Tomado de Historia de Orocuè

pag.116)

 

Yopal, Casanare, Agosto de 2.004.

 


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