En
la madrugada del 15 de septiembre de 1953 ocurrió uno de los desarmes más
importantes de la lucha de las guerrillas en Colombia. Uno por uno, más de 300
hombres caminaron ordenadamente sobre el pie de monte de la cordillera oriental,
entregaron el fusil y firmaron un documento en el que se comprometían a no
volver a tomar las armas. A cambio de su desmovilización les dieron un
certificado de que no tenían deudas con la justicia y les entregaron un hacha y
un machete.
Eran los hombres de Guadalupe Salcedo, nacido en Tame, Arauca y que se desmovilizaron junto con su líder en Monterrey (Casanare) hace 65 años. La violencia partidista los obligó a dejar el azadón y sus años de juventud para cambiarlos por el fusil y por una guerra que no pidieron y que dejó más de 200.000 muertos. Estos grupos de campesinos se crearon a raíz de la violencia partidista generada en el país tras el ascenso a la presidencia del conservador Mariano Ospina Pérez, en 1945. Comentario y fotografía EL TIEMPO.
Eran los hombres de Guadalupe Salcedo, nacido en Tame, Arauca y que se desmovilizaron junto con su líder en Monterrey (Casanare) hace 65 años. La violencia partidista los obligó a dejar el azadón y sus años de juventud para cambiarlos por el fusil y por una guerra que no pidieron y que dejó más de 200.000 muertos. Estos grupos de campesinos se crearon a raíz de la violencia partidista generada en el país tras el ascenso a la presidencia del conservador Mariano Ospina Pérez, en 1945. Comentario y fotografía EL TIEMPO.
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