AEROPUERTO DEL TABLÓN DE TÁMARA.
“Un Aeródromo que surgió de la perseverancia y el valor de sus gentes, en busca de la superación y erradicación de la adversidad”…
Por: Jorge Montoya Becerra.
La iniciativa de construir para Támara un Aeródromo fue del Obispo Español Monseñor Nicasio Baliza Melero, quien llego a Casanare en el año de 1941; nacido en Ongoz Navarra en 1894 y falleció en Orocué en 1965.
El primer intento de construir una pista de
aterrizaje, lo inicio el Obispo a pico y pala, en la vereda la Fragua, a una hora de a caballo de la cabecera
municipal, en un plan a orillas del río Pauto, dentro de los predios de la
finca Santa Rita, de propiedad de la curia.
Este proyecto fue fallido, pues después de
efectuar varios intentos de aterrizar un aeroplano, no fue posible; los vientos
y la cercanía a varios cerros, obstaculizaban las operaciones tanto de
aterrizaje, como decolaje, con grandes riesgos de accidentalidad.
Desaprobado este aeropuerto por la Empresa Colombiana de Aeródromos, ECA, el mismo monseñor Baliza Melero, siguió luchando por alcanzar su ansioso emprendimiento, con su amor al trabajo y al desarrollo de Támara, quien era en ese entonces la capital del Vicariato, pues allí se centralizaban importantes y trascendentales estamentos, que regían para todo Casanare, como notaría, oficina de registro de instrumentos públicos, juzgados de circuito, cárcel del circuito, la imprenta con su periódico “El Propagador”, las actividades propias de la curia regional y los colegios e internados, únicos en Casanare, esto despertó en monseñor el propósito de buscar en el transporte aéreo, una solución al aislamiento de Támara de los grandes centros de la civilización y del progreso.
Fue así como decidió regalar un terreno de propiedad
del mismo Vicariato, para construir la tan anhelada pista de aterrizaje en el
Tablón de Támara, pues era el lugar más
apropiado y cercano al casco urbano de Támara.
La obra fue diseñada, orientada y dirigida por el mismo Monseñor Baliza, con la colaboración de comerciantes y ciudadanos de la localidad; a pico y pala, se adecuaron 700 metros para la improvisada pista, partiendo del sur occidente hacia el nororiente, en sentido transversal, pero dicho aeropuerto autorizado por la ECA, también presentaba riesgos de accidentalidad en sus operaciones, por la corta longitud y las corriente de los fuertes vientos, que obligaba a sus pilotos en algunos aterrizajes o decolajes a practicar maniobras de experiencia y habilidad. Este campo de aterrizaje operó desde 1947 aproximadamente por varios años, hasta que la Empresa Colombiana de aeródromos, ECA, toma su control y nombra como primer administrador del aeródromo al párroco de Támara, sacerdote español Angel Estivariz. Posteriormente ejercieron como administradores por muchos años el Señor Julio Rodríguez y el Señor Alfonso Vanegas.
Siendo consciente la ECA, de mejorar y prestarle
a Támara un buen servicio, proyectó y construyo una nueva pista que atravesaba
la existente en servicio, en sentido Sur Norte, con recursos de la misma
entidad en una longitud de 1,500 metros, y nombró operarios por nómina. Para
tal efecto hubo que demoler la casa del Señor Ramiro Becerra García y la del
señor Mardoqueo Gómez, las cuales estaban adaptadas para alquiler de bodegas y
el hospedaje de los arrieros, quienes diariamente bajaban de la población
Tamareña, con hasta 200 mulas trayendo café y envase de cerveza, y al día
siguiente regresaban a la población llevando los artículos y productos que transportaban
los aviones DC-3 desde el interior del país.
En esa actividad de algo más de 30 años, creció
y se desarrolló el Tablón de Támara donde existieron para alojamiento y
bodegaje otros sitios como la casa del señor Dolcey Latriglia, las bodegas de
la Cooperativa de Caficultores y la casa de la curia administrada por el señor
Jorge Barrera, convirtiéndose el Tablón en un puerto aéreo y terrestre, que dio
vida, trabajo, desarrollo económico y mucho aporte histórico a Támara y sus
gentes.
Es de anotar que la primera empresa de aviación
que llegó allí, fue el Douglas DC-3 HK-337 conocido como “El Colirojo”,
comandado por su dueño el Capitán Hernando Gutierrez, alias “El pote Gutierrez”,
quien hacía tres vuelos semanales y cuya oficina operaba en una casucha de
palma, denominada “El Capricho”, de propiedad del ganadero Señor Marcelino
Latriglia , a quien yo considero el fundador del caserío y el gran patriarca,
de admiración, respeto y sabiduría,
quien con su amabilidad, generosidad y espontaneidad de servicio,
atrapaba la confianza y el amor de quienes lo conocían, con su don de gentes y
su picaresca expresión humorística, apelando a sus chistes, cuentos o historias
burlescas y chanzas que alegraban la convivencia y hacia desaparecer el
cansancio y la incertidumbre de un buen regreso, con las inclemencias del
tiempo y el duro y peligroso camino de herradura, con jornadas de 5 a 6 horas
de a caballo o a pie, que hacía muy pesado, tedioso e inhumano transitarlo.
Posteriormente Avianca estableció ruta a este
aeropuerto, siendo su agente el Ganadero y comerciante Señor Ramiro Becerra.
Llegaban con determinado itinerario aviones DC-3 de transporte de pasajeros y carga,
trayendo de la ciudad de Sogamoso toda clase de víveres, cerveza, textiles,
productos de ferretería y construcción y demás artículos para la subsistencia y
necesidades del pueblo, llevando a su regreso café y ganado vivo, en pie. Otras empresas aéreas artífices de esta
historia fueron: Afripesca, Taboy, La Urraca, El Venado y Satena.
Ya a mediados de los años setenta, se popularizo
en todo Casanare, el servicio de avionetas o taxis aéreos y paulativamente fue
desapareciendo el servicio de los DC-3, pues se habían construido los puentes
sobre el río Tocaría, río Pauto y Ariporo que facilitaron el transporte
terrestre.
Vale la pena comentar, el único accidente aéreo
que sucedió en este aeródromo sucedió en Mayo de 1961. El avión Douglas DC-3 carguero
de Avianca, HK-303, Piloteado por el Capitán Victoria, salió de Arauca hacia el
tablón de Támara con la finalidad de transportar café pilado llevando a bordo 3
pasajeros: el señor Fabio Becerra García, y la Señora Agustina Mora con un bebé de dos
meses de nacido.
Había llovido y la pista estaba húmeda y lisa en
partes; el avión hace el aterrizaje en
sentido norte sur que presentaba ligera inclinación, y al tocar tierra con el
tren delantero, el avión patina saliéndose de la pista, choca con un arrume de
piedra yendo a dar a una zanja, quedando clavado con ligera inclinación de
cabeza en la tierra. Ilesos la
tripulación y los pasajeros, salieron del avión a prisa y por su propia
cuenta, aterrorizados, hacia un lugar seguro donde ya estaban varios
vecinos del caserío, en disposición de ayuda y de rescate.
El avión sufrió daños graves en su estructura,
el patín trasero al salirse de la pista, se desprendió del tren de aterrizaje y
el ala izquierda sufrió daños considerables, que semanas después fue
reemplazada por una nueva, que otro avión de la misma empresa trajo para cambiarla.
Hechas todas las reparaciones técnicas de rigor en su estructura, decoló sin
novedad, y continuó prestando el
servicio a su empresa y la comunidad.
El ala averiada, fue dejada en un costado de la
casa del Señor Ramiro Becerra, a la vista de todo transeúnte, la cual
permaneció en dicho sitio por espacio de cuarenta años, como fiel testigo y
testimonio veraz de una época histórica que trajo a nuestra civilización
cambios radicales de avanzada hacia la visión y conocimiento de pueblos, ciudades,
culturas y sociedades, que despertaron en la inteligencia y en su innata
malicia indígena del Tamareño, la percepción y visión de un mundo abierto e
interesante hacia el desarrollo y el bienestar de una mejor vida, para el
porvenir de sus hijos, familia y sana convivencia en comunidad.
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