Por: Puro Yopo Javier Rivera (Facebook).
Después de tanta polvareda que levanta el brisote en paraderos y caminos sabaneros y humareda del candelazo en los pajonales, pasan las rumazones y comienza a caer las primeras aguas, avisando que ya el invierno está por llegar.
Me acordé de las tapas que hacíamos a mediados de octubre con los últimos aguaceros en bajos y cañadas, para aguantar agua durante todo el verano como bebederos para el ganado, bestias, chigüiros y cuánto animal en la sabana.
La práctica ancestral de los llaneros de hacer tapas para la falta de agua durante el verano, el Gobierno está demorado en implementarla nuevamente y que con un poco de reingeniería mitigaría el estrés hídrico en la llanura.
Voy a describir lo que hacíamos en el hato Brasilia del Mayor Garrido, en el caso la Guamalosa (donde mi padre era el encargado, administrador, cuando se trabaja al tercio)
Se buscaba lo más angosto, alto y hondo, se enterraba estacones cortados de los más palos más cerca así fueran verdes, en dos hiladas dejándolas un metro de ancho, estos palos iban separados a lo largo, casi de a dos metros, por dentro con guafa esterillada se hacían las dos paredes, se le metía carrizo entre las rendijas para que no saliera la tierra con que se rellenaba.
Se maniaba por la cabeza los estacones para que no se abrieran, con bejuco murciélago que se usa también para empalmar y bien largo que si son.
Se rellenaba con tierra de un hueco que se hacía al lado y se iba apisonando por capas hasta sobrepasar el nivel del terreno natural.
Mi relato viene a qué apenas empieza a llover, pa’ semana santa, los llaneros con una vara con punta, jurgaban y se descocorotaban por la parte de atrás de la tapa, de tal forma que el agua empieza a filtrarse hasta quedar desocupada.
Eso sí era paseo para uno de chino, ya la tapa seca la cantidad de pescado que se cogía, tocaba llevar mula con angarillas para cargarlo por costaladas.
Se cogía curito, galapaga, coporo, bagre, yaques, guabina, chubanos, caribes, palometas, cuchillos, cajaros, payaras, pavones, barbillas, toritos, pejesapos, ronchos hasta alcaldes, tartaguitas y una que otra baba o temblador.
Tiempos idos en mi llano que no volverán; no se tumbaban las matas de monte a las orillas de los caños, ni acababan con los surales, cuando no se sembraba arroz ni palma, ni mucho menos se envenenaban las aguas y comida era lo que sobraba.
DEFENDER EL AGUA ,ES DEFENDER LA VIDA.
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