LA VIOLENCIA EN CASANARE
Nueve de abril de 1948, ¡fecha aciaga!
Por: Alberto Martínez Delgado.
Ese día a la una de la tarde, Casanare como todo el territorio nacional se estremeció desde las profundidades al oír la noticia de que acababa de caer en plena carrera séptima en Bogotá, mortalmente herido por las balas asesinas, el líder nacional Jorge Eliecer Gaitán.
Enseguida se oyó la noticia del deceso en la Clínica Central.
Vino entonces lógicamente el desorden, la venganza, y Bogotá se convirtió en pocas horas en una tea en llamas; en varias ciudades del país sucedía lo mismo, las turbas enardecidas reclamaban venganza por la muerte del líder.
Ese día empezó la violencia política en Casanare, como en el resto del país. Casanare se levantó en pie de fuerza, se alistó para la contienda y paulatinamente, a pesar del entendimiento que hubo con el gobierno, se fue gestando en el Llano una resistencia oculta previniendo la persecución que se avecinaba.
A fines de 1949 la violencia en Casanare se había extendido como las aguas de un río crecido que se salen del cauce hasta el rincón más apartado. Veredas, inspecciones, corregimientos, caseríos, fueron incendiados por los que apodaban Chulavos, y el pueblo Casanareño seguía confiando en su ejército de Colombia, pues contra él no había represalias; las guerrillas que ya se habían formado esquivaban su encuentro. El enemigo era la Policía.
Para mediados de 1952, la vida era inaguantable en todo Casanare; ya para entonces había una lucha armada contra Policía y Ejército porque éste se volvió beligerante y convenció a muchos llaneros a formar antiguerrillas. Estas se sumaron a las fuerzas del gobierno con el fin de pacificar los Llanos. Pero esta modalidad fue un fracaso; la guerrilla o chusma, como la llamaban aumentaba día a día.
En ese estado de cosas no hubo delito que no se cometiera de parte y parte; Casanare era un infierno verde salpicado de rojo, de la sangre de tantas víctimas. Entre los pueblos de Casanare que quedaron borrados del mapa por incendio en esa contienda se cuentan: Moreno, Manare, Trinidad, Tauramena, Maní, Sabanalarga, fuera de muchos caseríos y otros en Arauca y Meta, que también son Llanos.
Muchos dueños de hatos habían auspiciado la revolución y habían instado a sus trabajadores a entrar en la revuelta, pero al ver que el Gobierno tomaba represalias y privaba de libertad a innumerables personas sospechosas por su color político, estos feudales caballeros traicionaron y vendieron su convicción política y se plegaron a las fuerzas del gobierno. Entonces las cosas tomaron otro rumbo; los trabajadores, viéndose traicionados, la emprendieron contra los hatos de sus amos, y así se fue organizando el abigeato, pues los ganados robados eran llevados a la vecina república de Venezuela unos, y otros los sacaban a sabanas lejanas con el fin de fundarse en otras regiones. Por eso al final de la contienda hubo muchos que resultaron ricos después de no haber tenido nada.
Todo el mundo clamaba por un golpe de estado, y este no se dejó esperar. El 13 de junio de 1953, el general Gustavo Rojas Pinilla despojó del poder al titular de la presidencia, doctor Laureano Gómez; y con la célebre frase de “No más sangre, no más depredaciones a nombre de ningún partido político”, acabó con esa violencia que tantas secuelas dejó en nuestro glorioso y martirizado Casanare.
Ya pacificada la región el gobierno con su estilo del nuevo orden envió a Casanare la empresa Constructora MOFIO, y esta recomenzó la edificación de obras públicas en casi todos los pueblos, de escuelas como también puestos de salud. Casanare entonces empezó una nueva vida; a las gentes por medio de la Caja Agraria se les facilitaron créditos personales, lo que se llamó de reconstrucción ganadera y agrícola.
El primer Prefecto Judicial y Administrativo de Casanare en esa nueva era de post violencia, fue el distinguido coronel (r) Eduardo Ramón Bazurto, caballero que con eficaz acierto, transparencia y un elevado sentido del deber, le dio a la región un gran impulso en todas las ramas administrativas, así como vías y educación, pero sobre todo en la moralización y organización de las diferentes dependencias en que se halla dividida la administración. Su paso por la Prefectura dejó una estela imborrable de pulcritud que aún mantiene latente en todo el pueblo de Casanare. Fue una lástima que el gobierno lo hubiera retirado de este cargo.
Para seguir ese derrotero marcado con líneas claras, recibió nombramiento en su reemplazo otro distinguido oficial en retiro, el mayor Manuel Garrido Villate, quien como su antecesor también se preocupó por la buena marcha de la Prefectura y su administración también resultó muy benéfica y laboriosa para Casanare.
Es entonces cuando, al formarse la Rural en Casanare, el coronel Román Bazurto pasó de prefecto a dirigir y organizar la nueva institución. Allí desarrolló igualmente una gran labor, pues por esa época se extendía como un reguero de pólvora el abigeato. Así que este señor fue el enemigo número uno de ese delito, y lo persiguió de manera incansable y eficaz hasta lograr erradicarlo varios años después. En homenaje a sus merecimientos, la escuela de preparación de Rurales del DAS en Aguazul lleva su nombre.
Fotografías: señalcolombia.com - printeres.com
* Tomado de: Casanare y su historia, pag 95,96,97,98.
Alberto Martínez Delgado. 1990.
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