domingo, 11 de octubre de 2020

UNA APROXIMACIÓN A LA HISTORIA DEL FOLKLORE LLANERO (Quinta parte).

 


Aldea en el Llano, Siglo XIX Wiener, Charles, 1851-1913.



UNA APROXIMACIÓN A LA HISTORIA DEL FOLKLORE LLANERO (Quinta parte).Por: 

Profesor JAIRO RUIZ CHURION

Junio 5 de 2019.

Contaban los adultos mayores de antes, que en los hatos ganaderos cuando se hacían las fiestas de final de las faenas de Trabajo de Llano, se invitaba a los conuqueros o vegueros, quienes tenían hijas, para que las llevaran a la fiesta del hato, me contaba Hector Riobueno Ruiz, que: "...las muchachas llegaban con su joto de ropa, pues se sabía que el joropo (la fiesta) duraría mínimo tres días, y había que cambiarse de vestidos para seguir bailando; igualmente los muchachos vaqueros, para no oler a sudor, también se bañaban en las aguas del caño y se cambiaban de ropa para seguir en el jolgorio. El muchacho que iba a sacar a bailar a una señorita, primero que todo llevaba un pañuelo en la mano, para no sudar la de la agraciada niña donde ella colocaría la suya; solicitaba permiso al papá, o a la mamá, o al hermano o con quien estuviera acompañada, y salían al centro del caney de la caballeriza. Se bailaba con un valseado ligero y siempre abrazando a la pareja, pues era mal visto que la soltara; no le daba vueltas por temor a dejar el honor de la niña por el suelo y también por el temor de recibir una golpiza del papá o del hermano, pues el pudor fe la mujer llanera no se le podía pordebajear en un baile; jamás se zapatea mientras estuviera el cantante estaba al aire con sus trinos; esto era signo de mala educación. La mujer le seguía el paso al hombre mirándole los pies para no perder el compás, ella escubillaba y el muchacho cuando valseaban también escubillaba. El parejo de vez en cuando hacía su zapateo suave o fuerte según lo anunciara el bordoneo del arpa o de la bandola, para impresionar a la muchacha. Por o regular el cantante era el mismo maraquero, y de esta memoria sí que está lleno nuestro folklore. El instrumento mayor la mayoría de las veces era una bandola, o una guitarra acompañados por el tiple, los cuales hacían la veces de punteras o acompañantes según lo ameritara la ocasión. Casi siempre había un furruco, instrumento africano llegado en la época de las misiones, que llevaba el compás, o sea, que hacía el papel del bajo actual. De estos furrucos nos hablan los maestros Manuel Zapata Olivella y Miguel Angel Martín; tambores de madera forrados en la parte superior por un cuero de venado y con una varilla de verada encerada, colocada en el centro del cuero y que es restregada por los dedos pulgares de ambas manos ejecutando el ritmo deseado".

Joropo Dance, Eloy Palacios. Wikipedia.

Decía Doña Rosalía Orjuela de Nieto, que las muchachas usaban camisones de zarazas delgadas a media pierna, floreadas o de colores subidos según el gusto, sin enaguas pues el calor que hacía en esos joropos era muy fuerte. Todas llegaban con sus sombreros que se quitaban al entrar al caney. El cabello, si era largo, era recogido en tranzas, o lo dejaban suelto arreglado con peinetas trenzadas con cintas de varios colores, colocadas en la parte posterior de la cabeza, o en su haber, flores del jardín. Cubrían sus pies con alpargatas de fique o cotizas de cuero de res.. Las moñas eran uso exclusivo de las señoras.

Velorio de Cruz de Mayo, drawing by Anton Goering, 1892.


Según mi abuelo Jesús Churión, los muchachos eran muy simples en cuanto a la vestimenta se refiere: los calzones de dril blanco eran muy gustados para las fiestas y domingos en las misas. Camiseta de algodón o camisa de manga, faja de cuero al cinto donde se guardaban las monedas, los billetes y alguno que otro documento comprimido, y de donde se colgaba por el lado izquierdo, el cuchillo de tasajear. Algunos gustaban de pañuelos raboegallo de Madras al cuello para secarse el sudor, y alpargatas de cuero de res o también albarhacas, muy usadas en el Llano hasta finales del siglo XIX.

Los blancos del hato, muy bien puestos en el lugar de honor que les correspondía en el caney del joropo. La esposa, si estaba en el hato,, con su traje de raso oscuro hasta los pies, galón de terciopelo negro al cuello con medalla de la imagen favorita. Cabello recogido en moña con peineta de carey, mantilla o chalina de seda con flecos, como muy a la usanza española, y zapatillas de seda negra. El blanco, con su liquiliqui en tonos claros, zapatos negros, sombrero de fino inglés; algunos gustaban de atarse a la cabeza un pañuelos de Madras para no dejar que el sudor resbalaba por la cara.

CONTINUARÁ

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