UNA APROXIMACIÓN A LA HISTORIA DEL FOLKLORE LLANERO (Cuarta parte).
No se
encuentran fácilmente escritos sobre la música, letra y baile que nos cuenten
sobre el folklore llanero, desde la época de la expulsión de los padres
jesuitas hasta finales del siglo XIX, cuando aparecen narraciones de cronistas
que se internaron en los Llanos del Casanare y de San Martín, tales como Edward
Andre, biólogo y aventurero francés, que llegó hasta Villavicencio por la
década de 1870, y únicamente describe una pieza musical que escuchó en una
serenata de guitarras obsequiada por la ciudadanía de la población como
despedida de la estancia de él en esa ciudad, y a la cual titula como "El
Guarapo"; dice él, que era un galerón muy de moda entre los habitantes de
las localidad; su partitura se encuentra en el libro que él mismo tituló
"Viaje a la América Equinoccial", donde relata todas sus aventuras
por esta región. Otro cronista; Jorge Brisson bogotano de nacimiento, por
finales del siglo XIX baja a los Llanos para hacer reconocimiento de todo el
Casanare y describe un baile en la localidad de Cravo, donde cuenta que las
parejas bailaban galerones, "ritmo de la región, abrazados como en el
vals, pero ligeramente más rápido y zapateado, o escubillado como los nativos
lo llaman". ¿Qué era escubillar o escobillar? Pues un movimiento de los
pies del centro hacia afuera como si verdaderamente se tratara de barrer el
terreno donde se bailaba. Hoy en día esto desapareció, pues lo que llaman
escubillar o escobillar no tiene nada de parecido a sus verdaderos orígenes.
Tenemos entonces como base, y puede haber muchísimos más para investigar, este
baile de mediados del siglo XIX el cual nos dice cómo se bailaban los galerones
de aquella época.
Joropo,
qué palabra más bonita dentro del folklore llanero; xoropo se le dice en el
llano a una pared empalmada, o sea enxoropada; xoropo se le decía antiguamente
a la caballeriza del hato, "el enxoropado de la caballeriza", allí se
celebraban las fiestas de finales de las vaquerías o trabajo de Llano: "vamos
al xoropo del hato de los Coronado, los blancos ofrecen un cochinito para el
mejor cuenta embustes de la región". (Cantaclaro, novela del escritor
venezolano Rómulo Gallegos, 1925). Allí se refería al lugar donde se celebraría
la fiesta. Xarape, o Jarabe, ritmo musical mexicano, así lo confirma el maestro
Miguel Angel Martín en su libro Del Folklore Llanero; xarape o xoropo (
recordemos que en el español antiguo la X se pronunciaba como una J) de esta
manera comenzó a denominarse la fiesta de galerones de los llaneros, desde
mediados del siglo XIX, hasta nuestros días, pues la fiesta de los llaneros le
llamaban así: joropo.
No se sabe, y hay que investigarlo, por qué tomó esa denominación el ritmo musical llanero. En Casanare, hacia la región del Cusiana, todavía se escuchan galerones, ligeramente confundidos con el ritmo de los torbellinos, y son conocidos por los regionales como guacavas, y se puede decir que son idénticos en su interpretación al galerón. Posiblemente el galerón allí se le conoció siempre como guacava.
Tengo, y
guardo una recopilación de anotaciones que hice hace unos cuarenta años atrás,
cuando todavía vivían personas llaneras de finales del siglo XIX y principios
del XX y que a estas fuentes primarias titulé "Doña Rosalía y algo
más". Allí recojo la tradición oral contada por esta matrona orocueseña
nacida en 1895, Hector Riobueno Ruiz, nacido en 1902, Rosario belleral Mirabal
de Torres, nacida en 1900, Ángel Am´zquita Gorrín, en 1922, Isabel Amézquita
Gorrín de 1915, Jesús Cristóbal Churión Mirabal, nacido en 1893 en San Fernando
de Apure, y otros personajes más, quienes me contaron sobre el baile del
joropo, el cual era prohibido para las señoritas de la burguesía orocueseña,
araucana, tameña y craveña, pues este baile solo lo ejecutaban, las muchachas
hijas de los vegueros, como también las damiselas de las cantinas, a quienes
llamaban "joroperas". La gran matrona villavicence, doña Mercedes
Murcia de Lara (q.e.p.d) sostenía que el joropo en Villavicencio lo aprendieron
a bailar las cantineras de la zona de tolerancia del Pedregal, enseñado por los
vaqueros llaneros que venían desde Arauca con sus famosos viajes de ganado a
comienzos del siglo XX; como quien dice, aquella que bailaba joropo era una
prostituta. Lo que no sucedía en la sabana, pues este era el baile de los
campesinos. Posiblemente las clases altas de la poblaciones llaneras veían mal
este tipo de manifestaciones vernáculas entre sus círculos de amistades.
CONTINUARÁ…
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