UN TROZO DE CARTÓN, UN BEJUCO DE 10 PASOS (METROS) Y UN CARBÓN LE APUNTARON A LA FUNDACIÓN DE PAZ DE ARIPORO.
¡ Seguramente algunos o muchos podrán controvertirme, por lo que más adelante, se va a plasmar para la historia verdadera de la fundación de mi amada tierra de Paz de Ariporo, respetando la línea de tiempo debo precisar que, el origen de la creación del municipio se remonta a finales del siglo XVIII con su primer nombre de La Fragua, su natal el general Juan Nepomuceno Moreno, lo organiza política y administrativamente hasta convertirlo en una localidad importante para el norte de la provincia de Casanare. Después de su muerte, ocurrida el 31 de diciembre de 1839, los lugareños le cambiaron el nombre en su honor, bautizándolo como Moreno en 1850.
Entre 1870 y 1885, la población de Moreno se convirtió en capital de Casanare. Lamentablemente muchos años después ya a mitad del siglo XX, yacía en ruinas por la violencia ocurrida en el país.
Pasada la guerra civil colombiana
bipartidista, sobre los vino la historia de la fundación de Paz de Ariporo por
III ocasión, el fundamento de esta fue por el traslado (por seguridad) del
aeropuerto a donde hoy está ubicado y yace como un elefante blanco y sin casi
uso alguno.
Así las cosas, un Subteniente del ejército llamado Jaime Fernández Isaza, quién para inicios del mes de octubre de 1953, se desempeñaba como comandante del Puesto Militar de Caballería Páez en la región, recibió la orden del teniente coronel Luis Alejandro Castillo, comandante del Grupo de Caballería Páez, de abandonar la población de Moreno, puesto que, quedaba muy lejos del aeropuerto lo cual generaba inseguridad para el Puesto Militar y el aeropuerto. Debido a la orden recibida, el oficial, Fernández Isaza se trasladó con sus hombres y varios pobladores, kilómetros abajo en plena llanura.
Sin embargo, esta historia que se va contar de manera inédita, pues a nadie se le ha ocurrido contarla o decirla por voz propia o por fuente secundaria, como es éste caso; Mi fuente primaria fue mi padre Pablo Emilio Sánchez Castañeda, uno de los cofundadores de Paz de Ariporo, quién me contaba sus recuerdos e historias de niño de aquellas vivencias de mi abuela, mis tíos y familiares cuando eran jóvenes, toda aquella violencia bipartidista en la guerra civil, pues ya nadie queda para corroborar las fuente primaria en ese cajón llanero del río Pauto.
Algún día a finales de los años 70
(1978) existía una emisora propietaria de don Víctor Santana, quién para esa
época del mes del mes octubre, invitó a algunos fundadores que vivían aún para
que contara en voz propia y en vivo su historia vivida en la fundación de Paz de
Ariporo, el cual mi papá no asistió, esto me incomodó grandemente porque no vi
la razón de no hacerlo, además siempre he sido fans de la radio y televisión
desde niño, como muchos me han conocido hasta hoy, pues quería ver a papá allá
detrás de un micrófono; le pedí entonces a él me contara la historia algún día,
pasado algún tiempo, un día cualquiera de su vida lo hizo delante de don
Teodoro Zamudio, hijo de don Leónidas Zamudio y cofundador también, vecino y
amigo quién esporádicamente le prestaba dinero a mi papá, era hijo del
verdadero fundador de Paz de Ariporo, esto sucedió así:
“Estando ya en el lugar que el militar precisó, un poco menos de un km.
Del aeropuerto arriba donde hoy es el parque Santander, el subteniente para
realizar esa labor llamó a los varones de la comunidad de Moreno, pues el
militar no hacían más que beber miche todos los días, cantando melodías con un
viejo guitarro, se reunieron a conversar y hablar de lo que podría ser el
pueblo años más adelante; el Subteniente, haciendo alarde a su formación
militar y de mandón, seguía tocando el guitarro y bebiendo junto con otros
militares, de pronto escucharon un grito para que vinieran algunos varones ya
mayores para darle unas indicaciones de líneas y de mojones para trazar las
calles y carreras, ellas fueron así: dos cuadras a cada uno de los lados del
hoy parque Santander, ellos fueron 10 persona en cabeza de Don Leónidas
Zamudio, uno de los dos mayores de edad de 50 años aproximadamente, don Nicasio
Mariño, de 45 años aproximadamente también; Pablo Tarache, Pedro León Pérez
Sánchez, Pablo Emilio Sánchez 30 años más o menos; pues los dos mayores, habían
recibido estudios de terminación de primaria y algunos de bachillerato como lo
era don Leónidas Zamudio en Sogamoso y don Nicasio Mariño”.
Tomando ya ellos la vocería,
seguidamente se volvieron a reunir, ya había más de la comunidad, entre ellos
Aquilino Casivanay, Pablo Cruz, un señor Cañizales y muchos más, dispuestos a
trabajar y organizar el plano que había indicado el militar, este se hacía en
tierra, pero no era muy claro por razones obvias, era un verano candente en el
día y un poco fresco en las noches, el polvo era levantado por la fuerte brisa
que pasaba; de pronto un joven dentro del fragor de ayudar al desarrollo de esa
primera actividad creativa exclamó: ¡aquí
traigo un cartón que encontré para hacer el plano!, pues era muy difícil
ver lo que sucedía, un papel-cartón de dónde?, pero apareció de la nada sí se
puede precisar; no había con que escribir, era el otro inconveniente…pero cómo
todo era propositivo, otro joven con un ímpetu de adrenalina y colágeno de
juventud gritó: ¿aquí conseguí uno tizón
de carbón, sirve de algo? preguntó…todos respondieron ¡claro que sí hombre, hágale rápido!...fueron dos jóvenes que nunca
se supieron sus nombres, cómo fueron desechados por el militar, no iban
aparecer en los colaboradores de esta gran misión, pues todos debían ser
mayores.
Habría que precisar que, aún no se
sabe de donde apareció ese trozo de cartón, puesto que, para la época y lugar
era muy difícil; no así, para el tizón, era normal y fue generado por el cocido
de alimentos y sobrante de la leña que se utilizaba; y fue así también que, de
manera rudimentaria con algún lazo o bejuco con añadiduras en metraje y con
paso largo como medida de metro, iniciaron las medidas de calles y carreras…ah,
pero resulta que alguien gritó que “no
fueran trazadas como las de Támara”, sino con más metraje de anchas las
calle y carreras, seguramente allí eran muy angostas. Es por esto que todo fue
dirigido por don Leónidas Zamudio, corroborado por su hijo don Teodoro Zamudio
fallecido hace pocos años después de contarme papá esta historia delante de él,
también había falleció su señora esposa doña Deyanira mucho antes de él, eran
vecinos postreros de nosotros.
De otro lado, el militar no hacía sino tomar y cantar con ese guitarro, estos pormenores y en detalles muy poco se atrevieron a decirlo; por supuesto que gran aporte fueron después las mujeres, las hermanas Peñaloza, doña Ignacia y Susana entre otras muchas.
Testigos de este hecho fueron personas don Nicasio Mariño y Leónidas Zamudio, QEPD, este último, junto con don Nicasio eran los que ya habían pisado un colegio de bachillerato, como lo hizo don Leónidas Zamudio en la ciudad de Sogamoso, mi padre Pablo Emilio Sánchez, también me contó esa hermosa historia de formación y de orientación de joven Leónidas.
Para la referencia de don Leónidas
Zamudio hay que repasar la historia de mi padre Pablo Emilio Sánchez, quién es
la fuente primaria de esta historia inédita. Algunos años atrás, mi padre
nacido en trinidad el 15 de junio de 1920 y radicado en Moreno años después,
era él presidente del Partido liberal colombiano en la Provincia de Casanare,
comerciante en Moreno con una tienda de abarrotes y varios, alquilaba
habitaciones para personas por mensualidades en su casa espaciosa de esa
localidad; una de ella era la novia del Comandante del Puesto de Policía, quién
recibía órdenes de Bogotá, se vivía un orden público bastante complejo y
difícil por la discordia bipartidista entre el partido conservador gobiernista
y el liberal, hecho que le generó problemas a mi padre. Un día le dijo la
inquilina, la novia del comandante que, entre charlas con el varón, le había
dicho que estaba la orden sobre el escritorio para matarlo, obvio que el
comandante no lo quería hacer, de querer hacerlo lo había hecho sin necesidad
de decirlo a su pareja, y él se lo contó para se lo dijera a mi papá.
Esto entristeció mucho a mi padre y le dio toda la orden del negocio y de alquiler de habitaciones a su sobrino, eran de la misma edad, Pedro León Pérez Sánchez, padre de los hermanos hoy Pérez Castillo: Pedro Luís, (q.e.p.d), Jorge Enrique, (q.e.p.d); Hernando, Carlos, Fanny y Deisy Pérez Castillo, y como mi padre exclamó en la punta del aeropuerto hoy: ¡ me alcanzará una bala ¡…y fueron tres años huyendo de finca en finca trabajando de hato en hato por todo el centro del llano, hasta que llegó a donde su amigo Leónidas Zamudio que junto con su esposa doña Aracely, le acogieron por un año, era el muchacho de los mandados dentro del hato; fue aquí donde supo mi padre de los estudios de don Leónidas, un día cualquiera dentro de sus oficios, le mandaron que arreglara unos baúles viejos y llenos de papeles; revisando dentro de su tiempo libre de lectura, leyó dos cartas, de las muchas que le enviaban a don Leónidas, dónde su papá le daba consejos a su hijo, esas dos cartas mi padre las guardo hasta por ahí a finales de los años 80, pero mi madre dentro de su ignorancia haciendo aseo las botó, yo las había leído también, una de ellas rezaba:
“Hijo Leónidas, estamos bien de salud junto con su madrecita querida que
tanto amas, juicioso, te enviamos esos pesos para que los gaste en lo más
necesario, por aquí está muy difícil las cosas, tú eres mi orgullo y el de tu
madre, el estudio es lo única herencia real y verdadera que te queda cuando ya
no estemos en este mundo, el resto es pasajero y se acaba, menos el estudio, de
igual manera, tenga cuidado de salir con mujeres con novio o marido, tú eres un
hombre alto de buen parecer y gustoso para las mujeres, ya sabe cuando vayas a
departir con amigos no te embriagues, y váyase temprano para la casa, sea un
hombre de una sola mujer como lo fui con tu mama…sé que ya casi eres un
bachiller, pero falta aún, quiero que seas un profesional con título como los
grande doctores de Bogotá, cuídate hijo no confíes en nadie sin o en Dios y en
ti mismo, espero que esta misiva llegue dentro de los uno o dos meses
siguientes, pronto estaré subiendo a Sogamoso, pero el frio no me agrada, pero
estaremos con tu madrecita para estar contigo unos meses”. Su padre Leónidas y
madre que tanto te amamos”.
Esta carta, le impactó muy profundamente a mi papá, de hecho, un día me escribió a máquina desde la vieja Remington que tenía para hacer Declaración de Renta a los amigos por allá en los años 80 cuando estudiaba yo en la capital de la república, y fiel copia con algunos cambios, me la envió a Bogotá donde estudiaba economía, profesión pedida por él a Dios e igual de Gerencia Financiera, pedida por él también a Dios, petición cumplida por Él Dios de los Cielos, pues Él admiraba mucho a Carlos Lleras Restrepo, quién fue presidente de Colombia de 1966-70, quién tenía esas dos profesiones.
Es así, y de manera detallada, fue como un papel cartón, un trozo de bejuco de 10 pasos (metros) y un trozo de carbón de leña, marcaron inéditamente la fundación de nuestro terruño el 12 de octubre de 1953, y a nosotros los Paz de Ariporeños, que casi por la ignorancia de no leer, nunca la sabrán…
Hermin-sul Sánchez Cahueño – Facebook.
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