jueves, 25 de mayo de 2023

EL CIRCO WILSON HERMANOS

 


Algo más de mis memorias…

EL CIRCO WILSON HERMANOS

Por: Walter Adelmo Castillo Blanco

Transcurría el mes de Enero por allá del año 1967 si la memoria no me falla; hacia mediados del mes la soledad y tranquilidad del pueblo luego de pasadas las fiestas decembrinas y el año nuevo, un ben día fue interrumpida por la llegada al pueblo de un caravana de vehículos compuesta por dos camiones F-8 cargados (los más grandes de la época) y otros dos o tres camionetas y carros más pequeños que venían con un cargamento inusual, los cuales se estacionaron y coparon la desolada cancha de futbol que cubría toda la plaza, hoy parque principal, donde muy pronto empezaron a descargar todos los materiales y la paraferanalia que traían consigo: Un Circo había llegado a la población….!



Para un pueblo pequeño y naciente como este, perdido en la inmensidad de la llanura y conectado con el interior a través del transporte terrestre solo en esta época de verano través de las tochas de la sabana desde Yopal o Villavicencio, era inimaginable que un espectáculo de tal magnitud fuera a llegar un día, del cual tenían sus pobladores referencia que existía, solo a través de las viejas películas mexicanas a blanco y negro, muchas de ellas mudas, que una vez al mes o cuando se podía, proyectaba el Señor Antonio Latriglia en un viejo proyector de cine de 16 milímetros, que reflejaba su imagen sobre una sabana blanca que cubría el viejo tablero, en el unico Salón de clases de la escuela Urbana de Varones, ubicada en el sitio que hoy en día ocupa el palacio municipal. Que emoción…!, un espectáculo diferente acababa de llegar al pueblo.

La noticia se regó como pólvora y los desocupados se aglomeraron desde ese momento a seguir paso a paso el montaje de la gran carpa y a observar los pocos animales que traían para hacer parte del espectáculo circense; entre ellos dos fieras si no estoy mal un viejo león y un tigre, lo mismo que un morrocoy inmenso y un burro viejo, el cual por información de alguno de los trabajadores integrantes del elenco, nos contó a algunos muchachos noveleros de que era “adivino”. Muy pronto nos enteramos del nombre del circo por el aviso gigante que empezaron a colocar: CIRCO WILSON HERMANOS….a alistar plata para la entrada tarea de todos.


En tiempo record fue izada la gran carpa e instalada las graderías en madera, vallas, escenarios, trapecios y demás instalaciones. Así mismo fue adornada la gran carpa con cantidad de vistosos banderines y adornos de colores, e iluminado en su interior y exterior con cientos de bombillas, dándole un toque de fiesta al apacible poblado, energía suministrada por un planta eléctrica grande que traian, quizás más potente que la jadeante "Bolinder" de 25 Kwa que operaba por ese entonces don Olivo Inocencio, herencia del teniente Gamboa para el alumbrado municipal desde la época de la fundación de la localidad, la cual reposa hoy en día a manera de monumento, en el parque principal. Dos cornetas de buena potencia de sonido fueron instaladas en la punta de una larga guadua, por donde se empezó a emitir música y propaganda invitando a la primera función, lo mismo que una camioneta haciendo perifoneo por las calles y repartiendo volantes.


Llegada la noche de inauguración y primera función, la mayoría del pueblo se volcó a la taquilla a comprar su boleta de entrada y en cuestión de minutos las graderías estaban casi copadas. Todo mundo feliz y expectante oyendo los chistes y las ocurrencias de la pareja de payasos que inauguro el acto, de los cuales recuerdo el nombre de uno de ellos: “Charrin” tal vez el más cómico, quien nos contagió con su estilo, el cual tiempo después imitábamos en nuestro colegio en los centros literarios y actos culturales. Acto seguido el show de los gimnastas, acróbatas, contorsionistas, equilibristas, magos, malabaristas, monociclistas, payasos, tragafuegos, ventrílocuos, zanqueros y trapecistas, entre los que se destacaba una hermosa chica de unos 16 años, la cual en su más extremo acto era colgada de una cuerda por la cabellera desde lo más alto de la carpa, ejecutando todo tipo de contorsiones y figuras.



Acto seguido el show de los domadores de fieras y los diferentes animales amaestrados. El público expectante no salían de su asombro de como una fiera como el tigre o el león, podía obedecerle a un humano. Y por último le llego el turno al burro “adivino”. El primer damnificado de los ultrapoderes del presdigitador pulecio fue Don Chucho Sandoval (q.e.p.d) ya que al iniciar su paseíllo alrededor de la primera fila de público guiado por su amaestrador, se plantó frente a Don Chucho lamiéndole casi la cara, y de esa forma identificándolo como “la persona que no llevaba calzoncillos en el recinto”, pregunta que el amaestrador le había formulado al burro. Toda la concurrencia estallo en una sola carcajada y el burro continuo haciendo su trabajo, sin lograr identificar más personas escazas de dicha prenda.

El circo permaneció por espacio de dos semanas en la población, al final de las cuales desarmaron toda su infraestructura, empacaron en sus camiones y siguieron su trasegar por el territorio nacional con rumbo a Aguazul según decían, después de habernos traído algo de esparcimiento y felicidad a nuestra apacible comunidad.


Como uno de muchacho todo lo quiere copiar, de esta experiencia recuerdo la imitación del payaso “Charrin”, la cual la encarno tiempo después de marchado el circo, nuestro compañero Fernando Ballesteros. Por sugerencia del padre Pachito Lucea nos escribió un libreto para ser presentado en un acto cultural del colegio de la presentación, con motivo de la visita a la población del Obispo de Bocas del Toro, Panama, quien un buen día llego a bordo de una avioneta en compañía de Monseñor Arturo Salazar Mejia. Para tal efecto con antelación se preparó una velada en honor a tan ilustres visitantes, entre la que estaba incluido el debut del “Charrin llanero”, a quien le confeccionaron su respectivo traje de payaso con arandelas al cuello, nariz de pin pon, maquillada de la cara con grifin y colorete y unos zapatos talla 60 me imagino.

Para hacerle la segunda fuimos escogidos el suscrito y el amigo Angel Garcia si mal no recuerdo, con trajes menos vistos y cuyo libreto era llevarle la cuerda al personaje principal durante toda su actuación. Entre las ocurrencias de los chistes del mencionado personaje alcanzo a recordar el saludo del payaso a manera de mofa al ilustre Obispo, la cual lo confundió como el Obispo de “las bocas del estómago”, en lugar de Bocas del Toro…..todo esto inventado por el jocoso padre Pachito. La presentación fue todo un éxito y desde ese momento hasta nuestros días nuestro amigo Fernando, es recordado por todos sus contemporáneos como “Charrin”.


Pero así como nos quedaron buenos recuerdos y enseñanzas del circo, también conservo en mi memoria un desafortunado incidente relacionado a esta historia. Marchado el circo, aproximadamente a las dos semanas siguiente se dio inicio a las clases escolares, la actividades del poblado volvieron a su normalidad cotidiana.

Recibiendo nuestra primera clase de educación física del año, precisamente en el mismo sitio donde había estado instalado el circo, alguien se refirió a las acrobacias y números de gimnasia que habíamos presenciado en el circo, entre ellos el arco de fuego que consiste en cruzar un aro del tamaño más o menos de aro o rin de una bicicleta, con varias teas o mecheros encendidos alrededor de su parte interna, el cual lo sujetan entre dos personas, para que el atleta se lance en veloz carrera y lo cruce con su cuerpo horizontalmente, igual que se estuviera lanzando al agua.

El profesor que era nuevo ese año del cual no recuerdo su nombre nos animó que podíamos intentar aprender a ejecutar la mencionada acrobacia, lógico sin candela. Pregunto quién podía conseguir un aro del rin de una bicicleta. Inmediatamente me acorde que donde el tío Aquiles existían unos dos de dichos aros; para la próxima clase me comprometí a traer el mencionado elemento. A escondidas del tío, mi primo Colibri Barragán me paso uno de dichos aros a través de la cerca de guadua que dividía nuestras viviendas.

El día de la clase de educación física llegue orgulloso con mi contribución para el espectáculo. El profesor nos dio las respectiva instrucciones, practicamos la carrera, el lanzamiento y la caída en plancha para no ir a lastimarnos. De sapo me ofrecí para hacer la primera pasada en vivo, con tan mala suerte que cruce tal vez muy veloz el aro y al momento de caer apoye mal el brazo derecho el cual se me doblo por el codo ocasionándome una horrible luxación, o como decían en el campo “se le safó el codo”. De inmediato fui auxiliado por el profesor y los compañeros, algunos de ellos me acompañaron hasta la casa donde llegue llorando la lagrima viva viendo mi brazo totalmente desfigurado.

Para la época tendría más o menos diez u once años de edad, en el pueblo solo existía una enfermera (una señora gorda de la cual no recuerdo su nombre) en el viejo puesto de salud de latas ubicado contiguo a la casa cural, donde lo único que existía tal vez era mertiolate, alcohol, gasa y esparadrapo. Por lo tanto el único recurso a la mano para ese trauma eran los buenos oficios de Don Eladio, el veterano sobandero de Macuco.

El recibimiento de mi señora madre no fue el mejor, por poco me da una pela en la calle frente a mis compañeros. Inmediatamente organizo el viaje hasta donde Don Eladio, por fortuna aun estábamos en verano y el camino era más fácil para llegar hasta su finca de Macuco, donde nos dirigimos a pie y soportando ese dolor tan verraco. Afortunadamente Don Eladio se encontraba en casa y de paso era muy amigo de mi madre pues los años anteriores había estado ejerciendo su labor de profesora en la escuela de dicha vereda. Inmediatamente nos atendió y procedió a realizarme la “torturante soba de un codo”, un verdadero suplicio chino en el momento que me pego el jalonazo para volver la articulación a su sitio, con orinada incluida. Fueron un total de cuatro sobas que tuve que soportar para volver a la normalidad, aunque el codo me quedo un poco “chueco”, y la promesa de jamás volver a intentar a efectuar dicha acrobacia.

Recuerdos, solo recuerdos…..definitivamente todo tiempo pasado fue mejor. Éramos felices y no lo sabíamos. Parodiando a nuestro Nobel de literatura: “Vivir para contarla”……

Imágenes: Google.

Yopal, Abril 18 de 2023.

 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario