¿NACE EN EL COSTO ORINOCO EL ARPA GUARIQUEÑA?
Aunque la más antigua referencia documental que he localizado sobre el arpa en llanos guariqueños,
corresponde al año de 1782, presumo una más larga presencia de tal instrumento en la zona. Allí se menciona “fandangos” o bailes con “arpa”, que una autoridad interrumpe rompiendo las cuerdas porque hay enamoramientos en la empalizada donde se realiza dicha actividad (Carrasquel, 1943: 183, 215). Una represión incompatible con la liberalidad asociada con el esmero de los jesuitas en instruir musicalmente a los pobladores de Casanare y la Orinoquia.
Asimismo la introducción del arpa por parte de dichos misioneros. Mientras que poco o nada sobre iniciativas de otras congregaciones al respecto. Los capuchinos, por ejemplo, que fundan Calabozo donde ocurre la frustrada tenida. En aquella oportunidad han delegado tales fundaciones a la religión secular y al poder civil, pero preocupa un gesto tan arrogante contra el novedoso instrumento y los bailes que suscita.
No obstante González y Chirinos (2008, citado por Díaz Alberto, 2010) aporta datos que informan sobre religiosos llaneros interesados en la formación musical de sus feligreses:
El pbro. Luis Rodríguez Pérez Moreno en 1741, en llanos de Cojedes, deja en su testamento un mulatito al mayordomo de la Cofradía de N. S. de la Concepción, proponiendo que entre otras obligaciones, aprendiese “a tocar el órgano, para que lo haga en todas las festividades y los sábados la salve” (p. 27).
Y un codicilo del año 1760, en San Carlos, del pbro don Juan Joseph Salazar, imponiendo “el aprendizaje de oficios, en este caso aprender a tocar arpa para las festividades de la Santísima Virgen”.
Sin embargo, hasta ahora, la precursoría respecto a presencia del arpa y estudios musicales, favorece a la Compañía de Jesús:
Héctor E. Paul Vanegas, músico e historiador colombiano, en su ponencia en el Simposio de Historia de los Llanos Colombo-venezolanos, realizado en Támara, Casanare, dice que “Con la llegada de los jesuitas al territorio de Casanare en 1.628 aproximadamente, empieza el movimiento de evangelización y alguna incipiente culturación que sirvió para que el indígena llanero comenzara a introducir en su talento innato, músicas allende sus fronteras y por demás, desconocidas para su hábitat cultural.
“La instalación de Misiones como las de Morcote, Támana, El Pauto, Güanapalo, San Regis, Gúachiría y otras, sirvieron para empezar a moldear en el indígena curioso y obediente, los albores de lo que sería más tarde nuestra música llanera por medio de agrupaciones corales, aprendizaje del arpa, el guitarrillo de cinco cuerdas, mandolinas, furrucos y otros que poco a poco fueron socializados en la mayoría de las misiones. Hubo arpistas indígenas en san Regis, Guanapalo y Gúachiría, por allá en los años de 1.722. La primera arpa conocida en territorio araucano se encontró en el inventario y disolución de la hacienda Caribabare en el año de 1.767, por aquel entonces, perteneciente a Casanare.”.
Aunque juzga que el arpa no progresa en tal oportunidad o, por lo menos, se carece de registros de su continuidad y no fragua el arpa llanera.
Eduardo López Sandoval, asistente a dicho simposio, explica que Paúl, en su disertación titulada “El Arpa Viajera”, “da una serie de explicaciones a esta no realizada presencia del arpa en el Llano, relacionadas con el maltrato del conquistador al nativo, la consiguiente huida del indio a sus montes y la salida intempestiva de los jesuitas del Llano, “dejando a los alumnos desprotegidos de la misma, sin base sólida, sobre todo en la parte musical que fue muy pobre.”
Advirtiendo, sin embargo, que “Hubo arpistas indígenas en san Regis, Guanapalo y Gúachiría, por allá en los años de 1.722.”.
Continuidad que tal vez sí prospera en la Región del Orinoco Medio, donde la misma congregación se esmera en desarrollar aficiones artísticas. De manera tal que el fundador de la Misión de San Ignacio de Cabruta, cuando presta servicios en el Fuerte de San Francisco Javier cuenta con Indígenas centinelas que tañen caracoles o cornetas. Su establecimiento en Cabruta data de 1740, con el apoyo del Padre Vice Superior Manuel Román, quien visita el sitio el 21 de octubre 1739 y constata o espera que se acometan ejercicios ya emprendidos en otras misiones. En Memorial a Su Majestad le informa que “enseña cada Padre, en su pueblo, la doctrina a niños y niñas por la mañana en su lengua nativa, y por la tarde en castellano, y rezan después el rosario y la letanía de Nuestra Señora, asistiendo los sábados todo el pueblo por la tarde y cantan los músicos. El domingo asisten todos a la plática y explicaciones de los misterios y se instruye a los catacúmenos para el bautismo, y a los cristianos el modo de confesarse. En todos los pueblos hay escuela de castellano, de leer y escribir, para que vayan aprendiendo la lengua castellana y se arraiguen mejor en la fe: muchos aprenden a cantar y a tocar varios instrumentos”
El Padre Salvador Gilij quien cumple labor misionera entre 1749 y 1769, valorando indígenas que evangeliza, acota que “La primera transformación se opera a través de las escuelas pues recogen el deseo de novedad y la imitación de los usos extraños de los niños orinoquenses, En el Orinoco “no se enseña los indios más que a leer y a escribir” y la razón última es que “no tienen necesidad de más”. Aunque esta se completa con la escuela de canto para el cual descubre que son casi naturalmente músicos: ninguna cosa “fue jamás llevada de Europa a aquellos lugares que más les agradase, ninguna que imitaran mejor”. Así que, desde los inicios de una nueva población, se conseguía “un indio de las viejas reducciones para que estuviera al frente. Y culmina con lo que llamaríamos el conservatorio donde se posesionaban del violín, y de cualquier instrumento de viento. Y de esta forma se convierte en música una nación” (Gilij, 1965, III, 64 cit. por Del Rey Fjardo, 2011, p. 300).
Apuntando Gilij que los tamanacos, amén de agricultores, eran hilanderos, músicos, polígamos, narradores, nada jactanciosos" (1965: II, 221). Pueblo de filiación lingüística caribe, hoy desaparecido, que habitó al norte del actual distrito Cedeño del estado Bolívar, donde situaban su punto de origen. A mediados del siglo XVIII se les trasladó a la misión jesuita de La Encaramada, cercana a la población de La Urbana (Edo. Bolívar). No lejos de San Ignacio de Cabruta, donde su fundador Rotella perece, supuestamente envenenado, de acuerdo con relato de Gilij.
Cabruta eran entonces un hito en el proceso de “ubicación de misiones jesuíticas en la zona llanera colombo-venezolana, en el área del Orinoco”, juzgada como “la llave , fuertemente asegurada, para dominar la vía de acceso hacia el área del tortugueo… atractivo para que los indígenas tuvieran que vivir en paz con los jesuitas, cuando menos, o fijarse en misiones”. Por lo cual en 1741, Rotella quiso “perfeccionar la fundación con una entrada de Tamanacos –en la orilla opuesta, a tres días de camino- para reducirlos”. Lo cual no logra, permaneciendo, sin embargo, dicha etnia en el área de influencia de Cabruta.
Las pocas referencias acerca de la historia del arpa en los Llanos, muestran un área de difusión enmarcada, por mucho tiempo, en la enorme franja representada por el eje Orinoco. Apure:
El 5 de mayo de 1811, el Comandante Político y Miliar. Pedro Aldao de San Fernando de Apure conmemora el primer aniversario de la instalación de la Junta de Gobierno de Barinas trasladándose por el río Apure a territorio de la provincia de Caracas (actualmente sur del Guárico) con un festejo "pánico" (a nuestro entender): baile en torno a un samán, cánticos "del país" (galerones, mariselas, zapas, yucas, huerfanitas, entonadas con maracas, "sonoras Harpas", carrizos, treces, cincos, fulatas y bombos, que "si bien no esprimían todo el gusto de la música, demostraban sin duda el regocijo con que el Americano hospeda al forastero en su libertad" según correspondencia de dicho comandante. .
En tanto que López Sandoval (ib) agrega que para. Paul Vanegas, el iniciador del arpa llanera en Arauca, Villavicencio, en el Meta, Casanare y Vichada es el venezolano Arturo Lamuño, fallecido para aquel momento (2010). Comentando -el ponente-, al margen de su exposición, que algunos de los músicos que acompañan al precursor en esta iniciativa de enseñanzas de arpa llanera el año 1952, residían en la capital del Estado Apure.
El maestro Eduardo Mantilla Trejos, en su obra “El Tesoro de los Jesuitas” reseña esta emigración del arpa llanera “en Colombia hacia el año de 1.925 por el apureño Arturo Lamuño y que David Parales siendo niño le preguntó ¿cómo se toca eso? y el maestro Lamuño le contestó mira mijo esto se toca “así” convirtiéndose luego ese niño, en el mejor intérprete del instrumento en los llanos colombianos,…”.
Histórico intercambio que confirma el cronista de San Fernando de Apure, doctor Argenis Méndez Echenique, en entrevista a uno de los músicos llaneros que acompañaron al celebrado introductor. el señor Pablo Lamuño, hermano de Arturo. El entrevistado, de 92 años entonces, aseguró la especie. Aclarando que el viaje de los músicos con arpa, cuatro y maracas, fue en 1948.
Nada raro que dichos Lamuño fuesen parientes de otros famosos hermanos que hicieron correrías, a favor del Rey, al sur de Cabruta, en la Independencia.
López Sandoval agrega que “El arpa se tomó los centros urbanos de los llanos de Venezuela, principalmente los del Estado Apure y Guárico a finales del siglo XIX y se solidificó a comienzos del siglo XX con la aparición del inolvidable Indio Figueredo o Ignacio Figueredo, apureño y, lo hizo a la edad de 9 años, 1909, con un arpa colombiana.”.
Otro arpista asociado con la misma zona orinoquense-apureña, José Acevedo, nacido en 1921, cuenta su vida como una romería de Cazorla a Los Indios, Médano Negro y Chinchorrero. Y que en 1928 oyó El Gaván de Caño El Medio y en 1931. por Garcita, teniendo diez años, con su amigo Nicolás Pierro hicieron un arpa: “Rajamos una perola y de allí le hicimos la caja, le pusimos una tapa de un cajón de pino; pero entonces en 1932 me regaló Juan Pantoja una arpa vieja”. Agregando que “Aprendí a tocar viendo los arpistas como Ezequiel Pérez, Alejan Ojeda, Lázaro Morales, el sute Neva y por último Nicolás Zapata”. Todos de tales costos.
Aparentemente la presencia del arpa en buena porción del llano guariqueño, es un hecho tardío. Según entrevistas se amenizaban los bailes con violín, guitarra grande o bandola.
ILUSTRACIÓN Y NOTA: Aunque no tengo evidencias de que Vidal fuese descendiente de los indios que se fundaron Tucupido, ni que la selva inmediata se llamase Tamanaco porque esta etnicidad acompañase al fraile Anselmo Ardales en la fundación de aquella localidad, sirva esta foto para ilustrar el arraigo de ese instrumento en la zona (El arpista José Rafael Vidal, según foto de Isabel Aretz y Luis Felipe Ramón y Rivera, en Tucupido, Estado Guárico, año 1947).
La voz Tamanaco, asociada al nombre del famoso cacique mariche, muerto en desventajosa lidia con un jefe español que invade tierras del Guárico a finales del siglo XVI, tiene el mismo origen de Tacamahaco, que designa un árbol burseráceo del género Protium, del cual hay muchas variedades. Muy conocido en los Llanos para mejorar el agua potable contenida en canoas y tinajas y otros usos (Véase texto sobre” Toponimia del Municipio Vargas, Venezuela, internet)..
ACEVEDO, José. Arpegios y Caminos. San Juan de los Morros: Ediciones de Fuego Cotidiano, 2016.
CARRASQUEL, F. Historia colonial de algunos Pueblos del Guárico. Caracas: Imprenta Nacional, 1942.
DÍAZ, Alberto. Los Llaneros y su música, XI Simposio Internacional de Historia de los Llanos Colombo-Venezolanos, Tamara, Casanare, Colombia, 2010.
GILIJ, Felipe Salvador. Ensayo de Historia Americana. Caracas: Academia Nacional de la Historia, 1965.
LÓPEZ SANDOVAL, Eduardo. Historia de Las Comunicaciones en el Llano colombovenezolano, ponencia en XI Simposio Internacional de Historia de los Llanos Colombo-Venezolanos, Tamara, Casanare, Colombia, 2010.
REY FAJARDO S. J. , José del. Los Jesuitas en Venezuela. Nosotros también somos Gente. Indios y Jesuitas en la Orinoquia. Caracas: Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia, 2011 (Fuentes para la historia Colonial de Venezuela).
REY FAJARDO, José del. Documentos jesuíticos relativos a la historia de la Compañía de Jesús en Venezuela.- Caracas: Academia Nacional de la Historia, 1966-1974, 3 v.
REY FAJARDO, José del. Los Jesuítas en Venezuela. Las misiones: Germen de la Nacionalidad. UCAB- Pontifiia Universidad Javeriana. Caracas-Bogotá, 2007.
Tomado de: Facebook, Geohistoria Guariqueña.