Investigación, Recopilación, Redacción y Publicación: Walter Adelmo Castillo Blanco.
El primer invento que revolucionó las comunicaciones a distancia fue el telégrafo.
Inventado por Samuel F. B. Morse en 1837, llegó a Panamá en 1855 y al resto de Colombia en 1865. Este aparato mejoró las comunicaciones del sistema férreo y a la postre ayudó en la llegada de los servicios radiotelegráficos, radiotelefónicos y telefónicos, que nos han permitido mantenernos conectados.
Casanare no fue ajeno a esta revolución de las comunicaciones, desde los albores del siglo XX. Así nos lo hace entrever el padre Daniel Delgado, Agustino Recoleto quien fue comisionado por sus superiores del Vicariato Apostólico de Casanare, para realizar en el año de 1904 un viaje que partiría de Bogotá hasta el puerto de Arauca, con el objeto de inspeccionar la educación y realizar apuntaciones sobre el citado general del territorio. Es de advertir que para dicho año toda la comprensión de lo que hoy es Arauca hacia parte de Casanare, entidad de que la que vino a separarse en 1911. Con el material recolectado durante cinco años el aplicado religioso escribió una obra titulada “Excursiones por Casanare”.
En el capítulo III dedicado a la población de Tamara sede administrativa del Vicariato apostólico de Casanare, nos encontramos la siguiente acotación: “Los gobiernos nacional y departamental están animados de los laudables deseos, y lo que se está haciendo en toda la Republica ¿Por qué no hemos de esperar que se realizará también en estas apartadas regiones? Hace tres o cuatro años ¡Que digo! Hace una año no más. ¿Quién no habría tenido por visionario y soñador al que hubiese asegurado que en 1906 veríamos enlazadas por el telégrafo las poblaciones principales de Casanare, región inculta y salvaje morada de fieras y endriagos, y colosal cementerio de las víctimas de las fieras? Pues el año pasado parecía una quimera, un sueño fantástico, lo vemos convertido en realidad consoladora. Marroquin, Nunchia, Pore, La Trinidad, y Orocué, ven cruzados sus bosques y sabanas por los hilos eléctricos; y probablemente dentro de pocos meses podremos añadir a los anteriores los nombres de Támara, Moreno y otras poblaciones Casanareñas.
No se ha limitado el Gobierno Nacional a poner a Casanare en comunicación telegráfica con el mundo civilizado; la instrucción pública, la educación de la juventud, que es la esperanza de la familia y de la sociedad, es atendida de la manera más decidida, eficaz y digna de todo encomio. De este asunto trataremos en el lugar correspondiente. En Támara hay funcionando dos escuelas que bien pudiera llamar colegios; la de varones y la de niñas, dirigidas por un padre misionero y las Hermanas de la Caridad, respectivamente. A ellas acuden más de cien alumnos.
MI TIO EL TELEGRAFISTA.
LA ESCUELA DE TELEGRAFIA DE DON AGUSTIN.
Como podemos ver la Telegrafía llego a Casanare en el año 1906. Por ser Tamara tal vez la población más importante y desarrollada, hacia los años veinte se crea en esta, una escuela de Telegrafistas, donde empezaron a formarse los primeros operadores de Telegrafía oriundos de Tamara y poblaciones vecinas.
Hacia 1945 funcionaba la escuela fundada por Don Agustín Inocencio, operador de la empresa MARCONI; el tío TANCREDO BLANCO hermano de mi madre, nacido en Tamara en 1930 en el hogar de la abuela Carmen Blanco, se inclinó a temprana edad por aprender el oficio de la Telegrafía; es así que cuando regresaba del colegio, se asomaba a hurtadillas a la puerta del local donde don Agustín impartía las clases a sus alumnos, a oir y seguir las instrucciones del mencionado profesor. Como pudo, logro conseguir con alguno de los alumnos el alfabeto Morse, el cual copio en un cuaderno y se lo aprendió con rapidez. Para ejecutar los sonidos del punto (.) y raya (-) del alfabeto Morse se requiere de un aparato mecánico denominado “Llave de Morse”, o “Manipulador”.
En la población para la época, solo existían estos artefactos en la oficina de Marconi o en la escuela de Don Agustín. Para el efecto el tío Tancredo elaboro sobre un pequeño trozo de tabla, un rustico “Manipulador” con la ayuda de pedazos de hojalata de una lata de sardinas, caucho de cauchera, una cuchara metálica y algún otro elemento, según me contaba mi señora madre hace muchos años, hasta lograr ejecutar los sonidos del punto y la raya básicos del morse.
Era tal la afición al oficio que prácticamente aprendió solo, en palabras de mi madre se dormía con el improvisado “Manipulador” en la cama, simulando transmitir un texto. Viendo el interés del muchacho, la abuela Carmen con sus escasos recursos económicos como pudo, logro matricularlo en la escuela de Don Agustín, donde llego adelantado con sus dotes de autodidacta. Allí termino de perfeccionar el oficio y compartió conocimientos y recibió capacitación al lado de su hermano medio, el tío Félix Bohórquez quien también se formó en dicha escuela, luego los dos ingresaron muy jóvenes a la empresa Marconi Wireless Telegraph Company, la cual fue sustituida por la Empresa Nacional de Radiocomunicaciones, que a partir de 1947 agrupó los servicios de comunicaciones al fundarse TELECOM.
El servicio militar lo cogió siendo operador de MARCONI donde había ingresado aproximadamente de 16 años de edad. Su estadía en el ejército la paso ejerciendo su oficio de radioperador para las fuerzas armadas. Terminado su servicio militar se reincorpora a la naciente creada TELECOM, donde es destinado a diferentes puntos de la geografía nacional, como Bogotá, Riohacha, Quibdó, Leticia y otros, durante los aproximadamente 21 años de servicio en esta empresa.
Para el año de 1949, un año después de haber estallado el Bogotazo, el tío Tancredo ya se encontraba trabajando de operador en el edificio Murillo Toro, central de comunicaciones en la ciudad de Bogotá. Para la fecha la situación en Casanare se tornaba invivible por efectos de la violencia. Es así como el tío le envía un telegrama a la abuela Carmen, sugiriéndole abandonar Tamara y bajar al Tablón donde ya estaba en operación el aeródromo, para tratar de abordar el primer avión que llegara y las pudiera evacuar hacia Villavicencio. Es así como la abuela en compañía de sus dos hijas menores, mi madre y la tía Neyla logran emigrar hacia Villavicencio a bordo de un avión, y luego continuar a Bogotá, donde el las esperaba y donde vivieron durante cinco años, hasta que se pacifico el llano y volvieron nuevamente a su tierra
Después de recorrer medio país prestando sus servicios en diferentes sitios, finalmente es trasladado al naciente San Luis de Palenque, donde llega hacia el año de 1963 y donde laboro hasta 1971, año en el cual solicita su retiro, saliendo pensionado a la edad de 42 años, después de haber laborado en el oficio por 23 años aproximadamente, convirtiéndose en el operador que más tiempo permaneció en esta población.
Es acá donde el tío me vincula a la empresa siendo muy niño, hacia el año de 1965 con tan solo 9 años de edad a cubrir las vacaciones de Dioniseldo Goyoneche, titular del cargo de Aseador medio Tiempo, que incluía ser oficial de recibo y mensajero. En dicha oportunidad de trabajo de aproximadamente un mes, aprendí a escribir en máquina, lo cual era una proeza y un privilegio para la época, experiencia que me favoreció años más tarde cuando empecé mi bachillerato comercial en el colegio de la Presentación, donde llegue adelantado en las lides de la mecanografía. Hacia 1967 me vinculo nuevamente a cubrir las vacaciones de otro compañero y finalmente en 1971, un mes antes de retirarse me vincula por tercera vez, esta vez con nombramiento como titular del cargo de aseador medio tiempo.
El mayor deseo del tío era que yo continuara con su legado, pero desafortunadamente no tuve oído para el Morse, aunque llegue a aprender a transmitir, nunca pude recibir. De las cosas difíciles que experimente en los diferentes oficios que aprendí y ejecuté en mi vida, fue este. Definitivamente el MORSE no era para todo el mundo, se requería un oído y una concentración excepcional. El tío poseía unas dotes innatas como operador, que le valió el reconocimiento como uno de los mejores Radioperadores que tenía Telecom. Poseía la facultad de estar recibiendo un telegrama con los auriculares colocados, escribiéndolo en la máquina de escribir, y al mismo tiempo sostener una conversación con algún parroquiano que se paraba a saludarlo frente a la puerta de su escritorio, siempre abierta por efecto del calor insoportable, en la vieja casa de lata de la oficina de nuestro pueblo.
Con nostalgia de no haber podido continuar con el legado del tio, y las ganas de seguir estudiando y terminar mi bachillerato, empezando el año lectivo de 1972 me retire definitivamente de Telecom. De esta experiencia me quedaron las enseñanzas de este gran ser humano que fue el tío Tancredo, las cuales contribuyeron en mi formación de adolescente. Vivir para contarla….
Ayer a las cinco de la mañana, en la ciudad de Bogotá a la edad de 95 años, después de afrontar quebrantos de salud propias de su longevidad, se marchó de esta vida terrenal este ilustre hijo de Támara, Don TANCREDO BLANCO, PAZ EN SU TUMBA TIO.
A sus hijos, mis primos Edgar y Alfonso, mi saludo fraternal de condolencia, extensivo a sus familias. El Señor les de la suficiente fortaleza para asumir la pérdida del tío.
Yopal, marzo 4 de 2025.