EL TOREO EN TRINIDAD.
Investigación, Recopilación, Redacción y Publicación: Walter Adelmo Castillo Blanco.
Fragmento
En los llanos de Casanare, con las primeras reses llegadas de Europa, nuestros indios Guahibos, Achaguas, Jiraras, Chiricoas, debieron enfrentar al toro ya como peones de sabana de las haciendas o como indios irreductos, buscando carnearlos para la subsistencia de los clanes. Los lances sacados a los toros como medio de defensa, se fueron convirtiendo en una habilidad cada vez más avanzada, con menor temor por las cornadas y en medio del trabajo de llano se transformó en una práctica alegre y de exhibición pues el verdadero llanero no solo debía conocer de las labores del hato, sino que tenía que jinetear, colear y torear para ser aceptado como tal.
Las referencias de escenas toreriles, se dieron en Trinidad desde la consolidación como pueblo ganadero; así, con las fundaciones de los hatos del Tigre en la jurisdicción de Trinidad, don Policarpo Reyes su dueño trae por vez primera, treinta padrotes de casta que se encargaron de difuminar la raza por toda la geografía Triniteña, a mediados del siglo diecinueve. Se cuenta que en plena sabana abierta o entre los corrales se llevaban a cabo tardes de toreo por el solo placer del arte, los hatos Matepalma, el Tigre, Platanales, la Atravesada, el Algarrobo, etc, todos pertenecientes a la Parroquia.
A mediados del siglo veinte, es el padre Ricardo Sabio, quien nos relata que en las fiestas patronales del pueblo en honor a San Judas Tadeo, celebradas en Trinidad el veintiocho de octubre de cada año, estas incluían dentro de su programa además de las tardes de coleo, carrera de caballos, riña de gallos, las tardes de toreo, para lo cual se traían los ganados más bravos, orejanos y sin herrar, es decir cimarrones, que estaban en las sabanas de los hatos de Platanales y el Tigre; a los Triniteños les gustaban los toros bravos para torearlos, porque así sentían que el toreo seria de lujo. La plaza de toros que en ese entonces se llamaba circo, aunque en realidad era un corral cuadrado para el encierro de los toros y otro rectangular muy grande hecho de horcones y guaduas rajadas por la mitad donde se efectuaba la faena.
Veamos lo que nos cuenta el sacerdote en uno de los apartes de su libro “Corridos y coplas de los llanos orientales”, en el capítulo dedicado a Trinidad:….”También hablan que los toros son de Platanales, hato famoso por sus reses bravas. El ganado de ese hato poco conoce el hierro y hay muchos bichos orejanos. Para la venta y fiestas hay que cazarlos con buenos caballos y muy buenas sogas. Por eso el toreo será de lujo, según los criollos. Hay madrinas para la fiesta brava y muchas cintas, confeti y flores para los toreros que mejor se luzcan. El circo será la plaza del pueblo cerrada con guaduas y vigas. Detrás de este simple cerco, las gentes formarán una muralla de pechos resueltos y valientes que no dejaran escapar ningún astado por muy buenas armas que lleve y por mas corajudo que sea. Cada llanero lleva un toro adentro. Los de afuera no lo asustan. Los toreros del momento y los coleadores en esta ocasión parece que lo han hecho muy bien. Se ven muchos con cintas en los sombreros, muchas flores, mucho garbo y muy buen arte”.
Para las décadas del sesenta y setenta del pasado siglo, las tardes de toro se seguían realizando en el parque, frente a la iglesia, en corrales de guadua, con la diferencia que además de los toreros criollos del pueblo, se traían cuadrillas de toreros y novilleros de cartel como Alberto Ruiz “El Bogotano”, Juan Gomez, Noel Petro, Augusto Rodriguez, el gran “Don Rodrigo” y la figura emblemática del pueblo, Don Jaime Acevedo Angee, ganadero dueño del hato LA MARACENA, a el se le debe el haber traído la primera ganadería de Casta a Casanare, y el fomento del toreo en niños y jóvenes de Trinidad.
Así, en las fiestas se realizaba una tarde de toros para que los niños en edades de los ocho a quince años, se iniciaran en la faena lidiando becerros, saliendo más de uno aporreado, pero no acobardados; también se realizaba una tarde de toros para aficionados y voluntarios, donde más de un borracho era revolcado por los toros. Don Jaime Acevedo siempre daba cátedra de toreo, inclusive a los profesionales y veteranos toreros.
Fue así como se formó un grupo de jóvenes Triniteños, hombres y mujeres, que diariamente practicaban las artes del toreo, consiguieron sus trajes de luces, y buscaron la alternativa, así mismo tenían sus propias cuadrillas. De ellos podemos mencionar a José Audberto Hernandez, artísticamente denominado José María “Joselin”, Luis Antonio Torres “Chiriguare”, Odilio Hernandez, Luis Viancha, Gilberto Zambrano, Yonency Amaya, Luis Mojica, entre otros.
De ellos los mas sobresalientes fueron, Luis Antonio Torres “Chiriguare”, y José María “Joselin”, y las jovencitas Irene Torres y Marlen Mojica; ellas protagonizaron una corrida llamada por Don Jaime Acevedo “El Mano a Mano”, en la que a mas de novedosa por ser mujeres, fueron muy valientes y demostraron técnica y amor por el toreo. Ellas al igual que los demás toreros viajaban por los pueblos de Casanare y Colombia participando en corridas de toros. Cada uno usaba su traje de luces con montera, chaquetilla, taleguilla, medias, coleta, corbatín, camisa, capote de pseo, machos y zapatillas. Para la faena usaban el capote, la muleta y el estoque.
El Banderillero famoso del pueblo era Gilberto Zambrano, aunque Luis Antonio y Joselin colocaban los pares de banderillas al cuarteo y al quiebro.
Fragmento tomado del libro “La Parroquia de la Santísima Trinidad del Pauto”, DELFIN RIVERA SALCEDO.
P.D: Recordando las historias de la Tauromaquia en la Parroquia, viene a mi mente una tragedia que se suscitó el 7 de diciembre de 1965, al ahogarse en las aguas del rio Pauto, en el momento de tomar un baño recién llegado de Bogotá, el Novillero Luis Gutiérrez “El Montes” quien debería alternar durante las tres corridas de las fiestas de ese diciembre. En esos tiempos para el mes de Diciembre el rio aun llevaba un poco más de caudal que actualmente, y en el proceso de desecación llegando el verano, se hacían unas especie de “pilas” en el fondo, al parecer el torero cayó en una de ellas y al no saber nadar se ahogó.
Sin tener en cuenta ni estar previsto, el 8 de Diciembre de 1975 se efectuaría la última corrida en el parque de Trinidad; en mi concepto concluyo que fue la tarde de toros más memorable que se recuerde. Para el efecto la junta de Ferias y fiestas contrató como espectáculo central, la presentación de CARLOS GUZMAN "El torero paracaidista" con su cuadrilla; novillero de cartel famoso por sus hazañas quién se lanzó vestido con traje de luces, desde una altura de 12.000 pies a bordo de la avioneta de el Capitán Ahumada y Capitán Arias, un Cessna 180 identificado con la matrícula HK-434, con la consigna de caer en el centro de una pequeña corraleja de guadua a manera de plaza de toros, construida entre el monumento central del parque y el palacio municipal (el árbol de Samán que fue derribado hace poco durante la remodelación del parque estaba muy pequeño y quedo fuera de la corraleja); dicho espectáculo lo venía realizado por esa época este torero, en las más reconocidas plazas de toros de el territorio nacional como la Santa Maria, Manizales, Cali y muchas más.
El paracaidista se aproxima a su objetivo pero en último momento se presenta una turbulencia que lo desvía de su trayectoria de vuelo y cambia de rumbo. Observamos que el viento lo dirige hacia el puerto, motivo por el cual varios amigos entre ellos Emell Giron emprendimos veloz carrera hacia el rio, donde todavía teníamos en servicio nuestras voladoras, como estábamos tan cerca alcanzamos a observar de cerca el aterrizaje del paracaidista, justo en la playa de el rio muy cerca de el agua, unos metros más abajo donde se construyó después el muelle. Afortunadamente no cayó al agua, de todas formas nuestro instinto fue auxiliarlo con las voladoras. Ayudamos a desenredarlo y a recoger el paracaídas y en una improvisada calle de honor cual paseíllo, acompañamos al Torero a hacer su arribo hasta la improvisada plaza de toros donde efectuó su faena, constituyéndose esta y la de el día siguiente, la ultima corrida de toros efectuada en el parque de Trinidad.
El año siguiente, para las fiestas de diciembre de 1976 la junta decidió no realizar más toreo y se optó por los toros coleados, espectáculo que ya se venía realizando en Paz de Ariporo desde hacía unos cinco años y estaba en auge. Esta primera tarde de toros coleados se llevó a cabo en una manga de guadua, que arrancaba de la esquina de Telecom por la calle séptima hacia afuera; vienen a mi mente dos hechos que se suscitaron aquella tarde. Primero: el accidente que sufrió el coleador guanapalero, Rafael Zambrano invitado especial, al ejecutar la figura "el pase de la muerte", en el momento de abrazar el cuello del toro y desprenderse del caballo, este se enredo y rodo por el suelo con su jinete ocasionándose la fractura de un brazo. Afortunadamente el coleador iba provisto de casco de motociclista que le protegió la cabeza (fue el primer coleador que vi usar este implemento, ya que el venia de Venezuela donde ya se usaba este accesorio). Actualmente el amigo Rafael sigue viviendo en el país vecino.
Segundo: terminado el coleo, el torero Triniteño José Maria “Joselin” (q.e.p.d), se presentó en traje de luces solicitándole al gremio de ganaderos del municipio, la colaboración para que alguien le donara un toro para ejecutar el arte del toreo y matarlo, quería así mostrarle a su pueblo sus dotes de novillero con los cuales venía triunfando en diferentes plazas de Colombia y Venezuela. Como cosa curiosa no contó con la colaboración de ningún ganadero Triniteño. Fue el amigo y paisano San Luiseño Auly Perez (q.e.p.d), hermano mayor de Liberato Pérez, quien gentilmente compro al dueño de la ganadería un toro, y se lo dono para que Joselin cumpliera su sueño. La faena se realizó en el corral partidor, junto a la casa de Telecom. (El amigo Auly Pérez fue asesinado por "la banda de Lolo" un año después en su finca, en la primera masacre que estos delincuentes ocasionaron en Guanapalo). Vivir para contarla....!
Fotografías: Créditos, Delfin Rivera Salcedo, fascimil EL TIEMPO.